Me gustaría ver a las señoras de mi barrio en la taquilla del cine pidiendo una entrada para "Breaking and Entering". Yo creo que esto de no traducir los títulos es una estrategia para evitar que te endosen un rollo: "Pobres cinéfilos de barrio –piensan los distribuidores con su corazón de oro– para qué vamos a torturarles con "Breaking and Entering", "Brokeback Mountain" y otros trabalenguas parecidos, que sólo son petardos con pretensiones de arte que nos vemos obligados a proyectar para que no se note demasiado que lo único que nos interesa es el dinero". Así que estos gentiles productores no traducen los titulitos para que nuestras madres, los jubilados y la gente que estudió cuando Franco todavía vivía (y por tanto, no estudió idiomas), al ver la cartelera, elijan una película cuyo nombre puedan pronunciar y que, a poca calidad que tenga, será mejor que estos engendros intelectualoides pasados por la batidora de la pedantería.

En la Renfe/Adif o como se llame el ente maligno que gestiona los ferrocarriles en España no tienen tan buen corazón. Esta la vi en un tren (que pasó con notable retraso por todas las estaciones de su recorrido).

El caso es que B&E es una de las películas más falsas, cursis, inverosímiles y desganadas que recuerdo haber visto nunca. Todo es solemnemente ridículo, alambicado, forzado, efectista, pretencioso, antipático y tedioso. Para colmo está mal traducida y peor doblada (el acento bosnio –que yo tengo muy trabajado de tanto ir en metro– que le endosan a la Binoche es como para sufrir un ictus cerebral de la risa). Uno echa de menos la existencia de la Inquisición para hacer un auto de fe con el guionista.

Jude Law sale guapísimo, eso sí.