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Voto de Macarrones:
4
Comedia. Drama El taxista Antonio presume de sus hijos: Juan, que le ayuda con el taxi; Luisa, peluquera de señoras, Antoñito, que estudia para ser abogado, y Paloma, que será ama de casa. Lo que Antonio ignora es que sus hijos no son en absoluto como él cree. Cuando lo descubre sufre una gran decepción y se enfrenta a toda la familia. Como desde entonces nadie le dirige la palabra en casa, Antonio decide dejarlos para que descubran sus errores por sí mismos. (FILMAFFINITY) [+]
11 de abril de 2010
27 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película tiene un interés cinematográfico limitado (aunque no desdeñable). El guión es una bobada sin pies ni cabeza y los actores hacen lo que pueden (da la impresión de que la han rodado mientras ensayaban una zarzuela porque tienen todos un acentillo achulapado muy sorprendente, como si en realidad lo que les saliera del cuerpo fuera cantar «La verbena de la Paloma» y se contuvieran a duras penas). Cuando domina en la historia el registro costumbrista o humorístico, tiene su gracia; en cuanto el guión quiere ponerse trascendente o se acerca a lo dramático o a lo lírico, la película se vuelve sencillamente ridícula y el espectador siente compasión por los actores. Entre los valores están precisamente algunas actuaciones (hay una miríada de secundarios de la época que alegran cualquier película, como Manuel Gómez Bur, José Sazatornil, Emilio Laguna y mil más). La música y la fotografía están muy bien, con efectos a veces sorprendentes (el desolado paseo de Paco Martínez Soria en gabardina por las calles de la Gran Vía tiene un aire moderno y existencial que casi parece rodado por un director de la Nouvelle Vague –bueno, igual estoy entonteciendo, porque hace falta valor para poner las palabras «Paco Martínez Soria» y «Nouvelle Vague» en la misma frase–).

Aparte de lo que valga como obra artística, que es poco, «¿Qué hacemos con los hijos?» posee gran valor documental (los exteriores grabados en Madrid que nos muestran cómo era la ciudad entonces) y, sobre todo, un inapreciable valor sociológico. Algún día se harán –si no se han hecho ya– tesis doctorales sobre las relaciones familiares en España a partir de lo que se plasma en esta película, en la que la autoridad paterna (un hombre inculto y atrabiliario) se impone a las bravas, con amenazas, cinturonazos, tortazos y gritos. Al igual que los sueños nos hablan con símbolos, podemos tomar esta película como un trasunto de lo que sucedía en la España del momento: Franco era el cabeza de familia de un país en el que los hijos tenían más miedo a la libertad que al propio padre.
Macarrones
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