Esta la vi en el Intercity entre Madrid y Valladolid, que es una de las salas de cine que más frecuento y donde he adquirido esta cinefilia tan exquisita que me caracteriza. Una señora del vagón se reía mucho y yo un poco (bastante) menos, el resto de los pasajeros ni se inmutó.

La película va sobre los problemas inmobiliarios de una joven pareja, él novelista de medio pelo, ella redactora en una revistucha también de medio pelo. Con tales profesiones en España no podrían comprarse ni una tienda de campaña en las ofertas navideñas del Carrefour, pero como son americanos aspiran a un enorme dúplex en Brooklyn, muy adecuado para que el novelista emule a Paul Auster. La casa tiene un único problema: una inquilina de renta antigua que vive en la planta superior.

Si el guión lo hubiera rodado Ken Loach habría sido un alegato contra la especulación inmobiliaria, la deshumanización de las grandes ciudades, la inmigración irlandesa en EEUU, el abandono de los mayores y la corrupción policial, pero como cayó en las manos de Danny de Vito todo se quedó en una comedieta sin chicha (que conste que tengo parecido aprecio por el cine de Danny de Vito que por el de Loach). Esta clase de películas (parejita de urbanitas + casa vieja + vecino problemático e irreductible) están más vistas que el tebeo. Sólo apta para gente de risa fácil, alérgicos a la lectura en los trenes y cinéfilos depravados.