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Voto de Macarrones:
7
6,3
5.122
Terror. Ciencia ficción
El psiquiatra Hal Raglen (Oliver Reed) inventa una terapia especial para tratar psicópatas que consiste en la somatización de los trastornos mentales del enfermo. Cuando somete a una mujer a este proceso de curación, contra lo previsto, se desata la furia de la paciente. (FILMAFFINITY)
15 de abril de 2011
32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Típica historia de Cronenberg, y con esto está dicho todo. Es una película inteligente, muy bien construida, con una poderosa arquitectura y una sabiduría enorme para hacer continuos desvelamientos con un simple cambio de plano. La primera escena es paradigmática del talento del director. Aparte, es un canto a la moda, los peinados y la estética de los años setenta (ay, qué pantalones, qué melenas, qué faldas). Lo que me interesa contar va en el expolio, así que aquí sólo diré que me dejó pasmado la mala educación de los canadienses (las normas de cortesía en esta película dejan mucho que desear; los personajes se tratan con tal mala educación, desdén y frialdad que, a su lado, las películas de Kaurismäki parecen comedias napolitanas). También me llamó la atención el gasto en calefacción que debe de haber en esas casas que en vez tabiques de ladrillo sólo tienen cristales. Espero que esto lo hayan arreglado, porque no está el planeta para tales derroches.
Por cierto, también es típico de Cronenberg sus reparos con la policía. Es inverosímil que sus personajes no la llamen cuando la necesitan, y menos si de por medio hay niños maltratados o secuestrados. Quizá nadie le ha explicado a Cronenberg las funciones de la policía y cree que sólo se encargan de poner multas de tráfico, que todo puede ser.
El actor principal es un guaperas y a veces se olvida de que está en una película y pone caritas de anuncio de colonia.
Por cierto, también es típico de Cronenberg sus reparos con la policía. Es inverosímil que sus personajes no la llamen cuando la necesitan, y menos si de por medio hay niños maltratados o secuestrados. Quizá nadie le ha explicado a Cronenberg las funciones de la policía y cree que sólo se encargan de poner multas de tráfico, que todo puede ser.
El actor principal es un guaperas y a veces se olvida de que está en una película y pone caritas de anuncio de colonia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Los niños nacen (se supone) del amor. Pero también podemos dar vida a otros hijos que son fruto del odio, de la ira y del reproche. Nacen de nosotros, pero no los alimentamos por el cordón umbilical, sino con nuestro resentimiento. Son hermanos del amor, pero unos hermanos arrugados, violentos y feos. A veces (lo dice Freud) las fieras que se pasean en nuestros sueños representan a nuestros padres. Aquí se invierten los términos y Cronenberg nos muestra el poder de la mente de una madre humillada: las fieras, en este caso monstruosas, son sus propios hijos. Quizá los más queridos.
No es una idea nueva, pero quizá sí la convicción y la naturalidad con la que Cronenberg desarrolla una tesis propia del psicoanálisis.
Esta la vi en la Filmoteca Nacional de Madrid con mi pata Servadac, en la misma tarde que vimos "Irène" de Cavalier, un contraste capaz de romper las retinas de los cinéfilos sensibles. Pasar de una a la otra es como evaporarse (o sea, pasar del estado líquido al gaseoso). Pero salimos indemnes.
No es una idea nueva, pero quizá sí la convicción y la naturalidad con la que Cronenberg desarrolla una tesis propia del psicoanálisis.
Esta la vi en la Filmoteca Nacional de Madrid con mi pata Servadac, en la misma tarde que vimos "Irène" de Cavalier, un contraste capaz de romper las retinas de los cinéfilos sensibles. Pasar de una a la otra es como evaporarse (o sea, pasar del estado líquido al gaseoso). Pero salimos indemnes.