Nunca he cambiado tanto de opinión en el transcurso de una película. De estar gustándome, a aburrirme como un "cabrón", a entusiasmarme una vez más. Menos mal que Housebound acabó con esta buena nota.

No estamos sin embargo ante una película original, muchos de los elementos que nos ofrece la trama están más que vistos en cientos de películas de terror e incluso en la "comedia-terror"; pero al final encuentra una forma de hacerse interesante con los continuos giros de guión que no son tan sorpresivos, pero suponen que la experiencia sea una montaña rusa emocional. Bien hecho.

El problema principal reside en que para ser una comedia terrorífica, la parte humorística es más bien escasa. Lo intenta, pero se queda a medios. Menos mal que la última media hora parece que las diferentes situaciones ya se volvieron mucho más favorables para esta bis cómica y sus creadores supieron aprovecharla mejor.

Aunque cinematográficamente es bastante buena, especialmente en el uso de su fotografía de colores apagados y tonos grises; lo que más destaca de la película es la actuación de las dos protagonistas, madre e hija, que conforman una de las parejas más interesantes que he visto en el cine de terror y que bien vistas podría llegar a resultar tan atractiva como las que Pegg y Frost han llegado a crear.

Tendremos que estar atentos a lo que a continuación Gerard Johnstone.