Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Chagolate con churros:
9
Drama. Romance Yamada cierra su trilogía sobre samurais con esta historia acerca de un fuerte servidor del Shogun que pierde la vista mientras trabaja en el castillo. Su mujer, por la que siente devoción, se sacrifica para salvar su honor. Ahora el samurái promete venganza por su amor perdido y por su honor como guerrero... (FILMAFFINITY)
26 de noviembre de 2008
33 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yamada cierra la trilogía sobre temática samurai con la mejor película de las tres. Rescata el personaje creado por Daiei Studios e interpretado por Shintano Katsu: Zatoichi.Yamada amolda con una actuación impecable de Takuya Kimura la vieja leyenda del samurai ciego a su conveniencia, dotando a la historia de una veracidad palpable y dolorosa.

El director usa una fotografía bellísima (con las sombras y los paisajes nos trasportan directamente a la historia) que durante toda la cinta ejerce de elipsis temporal. Y al mismo tiempo, nos acongoja impidiendo que su protagonista pueda disfrutar de ella debido a su minusvalía. Y lo hace adrede, mostrándonos lo que Kimura se pierde.

“Es siempre al despertar cuando el mundo se muestra más oscuro.”

No recalca tanto en la idea crepuscular de los samuráis como en sus dos anteriores trabajos, pero se ciñe más, como el propio título nos anuncia (Bushi no ichibun), al código Bushi (guerrero). No contentos con doblar ciertos títulos difamando a los creadores, a las distribuidoras les da por mantener el título de un doblaje anglosajón que hace un flaco favor a la película.

Todo en “Bushi no ichibun” está narrado y mostrado de forma impecable. Y los actores entran a trapo, desde un gran Takuya Minura hasta el siervo que se desvive por su señor Takashi Sasano. La cámara se muestra viva y los sonidos cobran una importancia vital, e igual que la fotografía, Yamada los usará para crear elipsis: como los cantos de los pájaros, los insectos o el propio viento arrastrando las hojas. Consigue que esta película se sienta auditivamente, muy adentro.

Las piedras (se mueven al tropezar).
Los choque de palillos que usan los catadores (ese roce capaz de crear atención).
Los pasos… y su espera.
La lluvia y la lágrima.

De nuevo Yamada crea un baile final con los contrincantes: hermoso y veraz.

“Basta un solo golpe con todo el rencor que hay en mí”.
Chagolate con churros
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow