Dexter tiene un problema: crea muchas expectativas. Tras un episodio piloto fantástico, la serie de Michael Cuesta (director del 85% de los capítulos de esta primera temporada) queda algo atascada y repetitiva a mitad de temporada. Los capítulos, de un empaque técnico de primera calidad, dejan de ser sorprendentes y su protagonista (un Michael C. Hall que demuestra versatilidad y de nuevo calidad) empieza a aburrir. Estos capítulos de en medio restan tensión y efectivismo a la serie.

Luego, tras un incidente a mitad de temporada, el interés resurge y volvemos a convertirnos en los voyeurs de un asesino en serie acosado por otro compañero del gremio.

Existen personajes que despistan al espectador. La novia de Dexter y todo lo que se mueve alrededor de esta relación me parece superfluo. No sólo innecesario, sino que también me llega a molestar. No me interesa, no me creo esa relación, no me gusta la manera en la que nos han querido vender el otro lado de Dexter. Dándole una cara más amable y cercana, un gancho para que no nos sintamos temerosos de su protagonista, que nos caiga mejor, que no parezca el monstruo que realmente es.

Dexter es una buena serie. Posee una excelente banda sonora y una gran fotografía. Es jugosa y sangrienta. No es perfecta, pero su recorrido es agradable.