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Voto de Chagolate con churros:
9
Drama Adaptación de un relato breve de Leon Tolstoi: "El billete falso". Yvon es un joven que es injustamente acusado de traficar con dinero falso. A partir de ese error judicial, la adversidad dominará su vida. Durante su estancia en prisión, el ambiente en el que se mueve lo va degradando y corrompiendo hasta convertirlo en una persona sin escrúpulos ni principios morales. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2008
40 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquel que ose analizar a Bresson, debería hablar de tres etapas. Un inicio en el que Bresson aún no ha depurado su técnica; la etapa “religiosa” con una técnica y sistema Bressoniano en funcionamiento donde los personajes alcanzan la redención y que comienza con “Diario de un cura rural”; y su etapa nihilista, ya octogenario, donde los personajes no aspiran a alcanzar la gracia divina y la redención sólo es, como máximo, el reconocimiento de la culpa.

El dinero pertenece a esta última etapa donde Bresson sigue haciendo un magistral uso de las elipsis, las sinécdoques, la ausencia de imposturas y el minimalismo radical. Desde su primer hasta su último plano (donde usa sendos cajeros expulsando billetes), Bresson hace un recorrido del dinero como parte dañina y manipuladora de la sociedad.

La primera parte de la película, Bresson acomete una presentación de personajes vertiginosa en la que ataca las clases burguesas y acomodadas por el poder corruptor del dinero. Con una clarísima pauta causa-efecto, el azar y las fatalidades involucran a Yvon en un acontecimiento que cambia su vida. A partir de aquí, la película se vuelve Bressoniana y su director hace un uso máximo de las elipsis eliminado escenas claves: las cartas en la prisión, el agua del grifo, los atracos del joven “anarquista”, el suicidio… Bresson nos da a entender que todo es casual, que el azar juega un papel importante y las causas del comportamiento no interesan. El Bresson que algunos consideraban estar ya chocheando tiene las ideas más claras que nunca. Otros como Kaurismäki, recogen esa esencia (el cine tiene futuro). El nihilismo queda patente si estudiamos el paralelismo existente entre “Pickpocket” y este último trabajo del director. Mientras que en la primera, la visita de la novia a la cárcel avoca en una redención del protagonista, aquí nos topamos con dolor y desesperación.

En la última parte, todo parece cambiar. El mundo rural acoge a Yvon y la exoneración parece cerca, pero no es más que un espejismo. Bresson estaba jugando con nosotros, acentúa aquí los planos “vacíos”, las puertas, la música (J.S. Bach) que por primera vez hace su aparición y creemos conocer su final. Nada.

Penúltimo plano antes del cajero: la puerta queda abierta y una muchedumbre espectadora (sociedad) observa la sala vacía en lugar de seguir la acción (Yvon alejándose). Hasta el último plano de la trama, la perturbación nos acompaña.
Chagolate con churros
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