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Voto de Chagolate con churros:
4
Intriga. Drama La percepción de la realidad de una actriz (Laura Dern) se va distorsionando cada vez más. Al mismo tiempo descubre que, quizá, se está enamorando de su partenaire (Justin Theroux) en un remake polaco inconcluso y supuestamente maldito. (FILMAFFINITY)
13 de febrero de 2008
45 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que la esta crítica está maldita. Que alguien intentó insultar a Lynch y murió. Pero yo no lo sabía. Me han engañado. Es un cuento polaco. De un niño, una niña que le gustaba escribir sobre películas. Veo roña bajo el teclado. Este se puede levantar. Me cuelo dentro y ahora no soy Chago. Ahora soy Lynch. Ahora miro a Chago mientras sigue escribiendo. Lo paro. Me mira. Lo vuelvo a mirar. Se levanta, o soy yo el que ahora que no soy yo y soy él me levanto. Las palabras danzan a mí alrededor a velocidades más elevadas que la luz. Veo un resquicio en la pantalla. Es luz. La ve él. Doblo por un pasillo poblado de conejitos duracell. Me persiguen. Los persigo. El lo observa. La metacrítica ya está iniciada. Ella sóla imprime sus frases. Escucha el teclear de un teclado sin teclas. Duermo. Se despierta. Por fin terminó. Ella acabó. Por fin terminé.

Si esta crítica la firmara David Lynch, sería aplaudida eternamente, pero es un chiquilicuatro llamado Chago77 que presenta su infumable metacrítica. ¡Ahhh! Pobre de aquellos que no se llamen David Lynch.

Estoy decepcionado por aquellos que quieren ver en este experimento sin control ni gusto algo que continua de su espléndida Mulholland Drive. Tomine, alguien a quien considero juicioso, comenta que sin guión hay libertad. Tanta, que me pierdo, que me abandono a la modorra de tres horas sin sustancia. Sin cabeza. Sólo para esos fieles que nada les importa mientras esté firmada por gurus del cine moderno. Ni siquiera su figura solitaria como rara avis me permite enjuiciarla con algo de ternura. Las reglas quedan confusas cuando Lynch esta al mando, pero tanto borrarlas ha creado algo borroso.

Tampoco de su juego con el digital sale airoso. Es más, hubiera mejorado mucho, a mi juicio, que Lynch se olvidara del digital y filmara con unos colores que le hubieran creado algo más bizarro, quizá no tan onírico (pero coño, para eso existen los filtros).

Lo principal: me aburrí mucho. Algo secundario: no entendí nada. Creo que ni su director entiende algo. Jugar con la comprensión es algo que Lynch suele hacer con soltura y garbo. Me gusta. También lo hizo hace poco Haneke. Y mucho tiempo antes teníamos el surrealismo (como máximo exponente Buñuel). Pero Lynch quiere ir más allá, y se rompe todo. A mucha gente le encanta. A mí me asusta (por si pretende repetir). Con lo agustito que estaba yo en los primeros cuarenta minutos.
Chagolate con churros
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