Una de las mejores películas de fantasmas de los años 70 que juega todo el tiempo con la ambigüedad y la sugerencia, para contarnos una dramática historia muy bien elaborada (magnífica la adaptación de Davenport y Humphries de la novela "Julia" de Peter Straub) e interpretada (soberbia Mia Farrow)
Si exceptuamos las muertes, que tampoco son demasiado gráficas, nos encontramos con un film de estilo contenido gracias a la sabia dirección que le imprime Loncraine, quien huye de todo efectismo y se centra en la sugestión y la incertidumbre para lograr inquietar. La atmósfera juega por tanto un papel fundamental en la película y una de las cosas que más la favorecen es la increíble y turbadora banda sonora de Colin Towns, que alcanza su apoteosis en ese poderoso y desconcertante desenlace.
La otra es la sombría fotografía de Peter Hannan que también acentúa ese ambiente depresivo casi constante.
Aunque la historia tiene algunos cambios con respecto a los personajes de la novela, en general es bastante fiel al libro de Straub.
Estimulante, incluso fascinante película que pocos aficionados al género conocen. Vale la pena descubrirla.
El film obtuvo el primer premio en el festival de Avoriaz en 1978.