Con esta película me pasó una cosa curiosa, recuerdo que la vi en la tele cuando era adolescente y me entusiasmó su toque surrealista, festivo, y anarquista combinado con un ambiente pintoresco, como de pueblo con sillas de mimbre, muy italiano. Un tipo de energía, de vibración, que para mí supuso una excitante novedad.

Pero cuando muchos años más tarde compré el DVD por Internet, creyendo haber adquirido una joya casi desconocida, me llevé una considerable decepción. Donde antes había percibido originalidad y estimulante locura, veía, sobre todo, inane tontería y aburrimiento. En cambio aprecié más que anteriormente la bella presencia de Rachel Welch, una estrella e icono sexual de Hollywood que, al igual que le pasó a Brigitte Bardot en Francia, fue relegada a participar en demasiadas películas mediocres.