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Voto de Pabpab:
6
Drama Georges y Anne, dos ancianos de ochenta años, son profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija, que también se dedica a la música, vive en Londres con su marido. Cuando, un día, Anne sufre un infarto que le paraliza un costado, el amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba. (FILMAFFINITY)
15 de enero de 2013
55 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha llegado ese momento, extraño y algo desgarrador para alguien que ama el cine, de admitir que una película es excelente pero renegar de ella. La verdad es que ya me pasó en su día, después de "El séptimo continente", pero no lo quise ver, ni siquiera cuando me deshice del dvd pirateado tirándolo al fuego de la chimenea y miraba con tristeza cómo proyectaba fulgores verde azulados mientras se retorcía en silencio. Es posible que esos pequeños fuegos fatuos de colorines hayan sido la más amable impronta dejada por aquella despiadada película.

En "Amor" todo conspira a favor de la idea de Haneke en una inteligentísima utilización de los recursos. Las interpretaciones son perfectas. Haneke es un gran director, un maestro. Conoce a la perfección su oficio; hay infinidad de críticas de otros usuarios que tratan sobre sus logros y aciertos técnicos, no voy a extenderme en esto.

Lo que ocurre con Haneke, es que con mucha frecuencia utiliza su dominio del oficio para recrear el horror, para llevarme al infierno, y yo ya no sé si una película técnicamente impecable que me lleva al infierno sigue siendo una gran película. No lo sé.

En "Amor" todo desazona. Cualquier esperanza se desvanece, cualquier belleza se agrisa, cualquier ternura llega a asustar. "Amor" hurga dentro, pero no limpia. Remueve, pero no transforma. En "Amor" no hay nada de amor. Haneke nos muestra una vez más el horror de ser persona, sin esperanza, sin una luz al final del túnel. ¿Para qué quiero yo esto? Vivir es difícil, ya sin las películas de Haneke, no quiero que nadie, por muy buen director de cine que sea me lo ponga más complicado.

Algunas películas de Haneke se emponzoñan, dejan dentro algo negro que tarda mucho en irse, como el carbón de las tostadas. Haneke nos coge un dedo y nos lo returece sin piedad. ¿Por qué nos hace esto?

Ha llegado el momento de decir ¡BASTA! Se acabó, Haneke. Declaro mi independencia, declaro mi libertad. No voy a creer a los críticos, no voy a creer la publicidad, no me voy a creer los premios, y me voy a cuidar. Haneke, ya no me vas a hacer más daño, no pienso volver a ver ninguna otra película tuya, a menos que tenga la información suficiente como para asegurarme que no me vas a volver a hacer daño.

Y gracias, la verdad, por hacer que me plantee un nuevo criterio para determinar si una película es buena. Y reflexiono acerca de esto: si es técnicamente impecable pero te arroja al pozo de un sufrimiento estéril y desesperado, entonces no es buena; si finalmente ha sido dañina, entonces no es buena.
Pabpab
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