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Voto de Pedro_Moraelche:
7
Drama El anciano Rey Lear decide repartir su reino entre sus hijas. Confundido por la falsa adulación de las dos mayores, Goneril y Regan, a pesar del auténtico amor filial y la sinceridad de la más joven Cordelia, con deslealtad, deshereda a ésta y reparte sus tierras entre aquellas. Cordelia parte para casarse con el Rey de Francia. Mientras tanto el Conde de Kent, que ha intentado hacer entrar en razón al Rey, es desterrado. Al poco tiempo ... [+]
15 de julio de 2013
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran director teatral Peter Brook ya había dirigido el montaje de El rey Lear en 1962, con la Royal Shakespeare Company y Paul Scofield en el papel protagonista. Nueve años después, dentro de su escueta carrera cinematográfica, aborda la versión cinematográfica con el mismo actor, rodada en blanco y negro y fiel reflejo de la peculiar dramaturgia de Brook.

No es una adaptación fácil de la obra de Shakespeare, sobre todo vista desde una época en la que se espera un ritmo más ágil y a veces frenético. El ritmo es lentísimo, denso, apropiado para saborear y pensar las palabras más que para seguir una historia, lo cual borra o replantea las fronteras entre lo teatral y lo cinematográfico, acertada o desacertadamente según gustos. Habrá quien la encuentre casi sobrenatural y habrá quien bostece al cuarto de hora. Evidentemente, los versos de Shakespeare resuenan, golpean, atruenan en cada escena de esta obra maestra sobre los engaños de los sentimientos, la fatal energía de crueldad y estupidez del ser humano y la locura y la muerte como la catarsis liberadora de todo el laberinto de intrigas, traiciones y sufrimientos inspirados en la figura del legendario rey británico Lear.

El trabajo de Brook con los actores es tan sobresaliente como peculiar, comenzando con un Lear perfecto en perfil y carácter como Paul Scofield, pero sin olvidar a Irene Worth como la cruel Goneril, Susan Engel como la gélida y mortal Regan, Cyril Cusack y Patrick Magee como sus despiadados y a la vez sumisos maridos Albany y Cornwall y Alan Webb como un Gloucester lleno de patetismo. Destacan también Jack McGowran como el Bufón, Robert Langdon-Lloyd como Edgar, el hijo fiel, o Ian Hogg como el bastardo Edmund. Los actores recitan largos parlamentos e incisivos diálogos buscando la veracidad interior pero a costa de un excesivo artificio, típico de algunas interpretaciones del "Método" teatral que a algunos espectadores fascina mientras exaspera a otros.

La película tiene grandes aciertos como las localizaciones en páramos, playas y vacíos atemporales y simbólicos. El poder escenográfico de Brook es patente en cada escena, como en el barrido por rostros mudos en los créditos sólo roto por el sonido de una puerta que se cierra, el trono preeminente y a la vez aislado de Lear, la naturaleza agresiva y desolada, o el cielo blanco final de la muerte de Lear. Magnífica la escena del ciego Gloucester en la playa creyendo estar en el acantilado que le cuentan las palabras de su hijo Edgar, a su vez disfrazado de Tom. Gran vestuario y maquillaje, subrayando siempre el desasosiego, el dolor y la miseria. La cámara busca, lógicamente, el primer plano del actor, aunque también compone cuadros deslumbrantes en planos más abiertos y se comporte a veces de manera desconcertante, sacando a los personajes de cuadro o moviéndose caprichosamente.

Lo negativo de la película, aparte de la excesiva lentitud, es la falta de unidad. Cada escena por separado es brillante, pero no hay una ligazón clara de espacios y tiempos, con lo cual el espectador poco conocedor de la obra de Shakespeare puede llegar a perderse.

Una película para incondicionales de Shakespeare, de Brook y de la interpretación teatral. Tiene muchas más virtudes que defectos, aunque estos hay que tomárselos con paciencia y ganas de pensar.
Pedro_Moraelche
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