Argumento simple: una patrulla de paracaidistas británicos se adentra en un campo de minas personales cerca de la presa de Kajaki, en Afganistán. Minas que dejaron los rusos muchos años antes, y que no matan a sus víctimas, solo destrozan los miembros inferiores. Reproduce con exactitud un hecho real ocurrido en 2006.

Los 100 minutos del film relatan la espera de los soldados hasta que llega el rescate con helicópteros. Muchos minutos para desarrollar en un escenario limitadísimo de 30 metros cuadrados de pedregal y una docena de soldados paralizados.

Porque esa es la única pega que le veo. Los actores son desconocidos, pero cumplen perfectamente. La fotografía, excelente. El suelo como enemigo esquivo e implacable. El miedo a moverse. El realismo, brutal. Incluso el slang y las actitudes de los soldados. Ni siquiera hay banda sonora, para que disfrutemos durante los 100 minutos el concierto de explosiones y los posteriores gemidos y maldiciones de los caídos.

Yo creo que el tema no da para hacer una película (y que conste que me encantan las películas bélicas).

Recomendada para patriotas británicos y muy apasionados de las películas de guerra realistas. A los amantes del gore también les puede atrae la visión de tanta mutilación, porque en este sentido la película es muy cruda.