A pesar de las mordientes y demoledoras críticas que había tenido en varios festivales, esperaba algo más de The Canyons, teniendo en cuenta que su director, Paul Schader está detrás de películas tan interesantes como Aflicción o American Gigolo, y como guionista de Taxi Driver y La última tentación de Cristo (ahí queda eso...), y que el guionista de The Canyons es Bret Easton Ellis, que despierta muchos odios, sí, pero novelas como Lunar Park, American Psycho o Menos que cero, a mi me fascinaron. También su campaña de promoción (con distintos teasers que emulaban a películas de otras décadas de Hollywood) y las intenciones de sus creadores de hacer una película fuera de los cánones en cuanto a la censura y el tabú, me parecían motivos suficientes para ver The Canyons.

Una vez vista, y por desgracia, no puedo estar más de acuerdo con todo lo que se ha dicho sobre esta película. Es hueca, vacía, arrítmica. Las palabras de sus creadores, después de ver el filme, no pueden sonar más pretenciosas. El supuesto riesgo de la propuesta se queda en una mera anécdota (mostrar un par de pollas, que el intérprete protagonista sea en realidad actor porno, filmar a Linsday Lohan tal y como debe estar en la vida real). Acaba resultado gracioso, como un mal chiste, pero se queda en eso.

Lo que prometía su campaña de creación se queda en una promesa incumplida. Su poder de escandalizar no es tal, pues acaba resultando tan sosa y convencional como otras adaptaciones de Bret Easton Ellis (Golpe al sueño Americano o Los Confidentes). En definitiva la película no dice nada nuevo, o más bien nada. Su puesta en escena carece de riesgo y de cualquier atractivo. Su historia es tópica.

Muchos han detestado también a sus actores. Es cierto que el reparto en general es bastante horroroso. Sí, James Deen resulta bastante cargante, pero el personaje es así: insolente, sobrado, prepotente. Y sí, Linsday Lohan parece como drogada o borracha durante todo el metraje, pero el personaje es así: una muñeca rota, una de tantas actrices de Los Angeles que quedan como una caricatura de si mismas, como una mujer vieja en un cuerpo joven, como un andrajo que vive en una mansión. Lo más interesante de The Canyons (lo único) es eso, su leve tono metalingüístico. Lo demás, mejor olvidarlo.