Scoop es lo que su guionista, director y protagonista entiende por una comedia ligera. También puede entenderse como una suerte de adaptación de textos de Oscar Wilde a nuestro tiempo. Por sus ingeniosos diálogos y por el tratamiento que la mente de la historia (o sea, lo que el propio Allen escribe y la elegante puesta en escena) da a sus personajes, ingenuos perdidos en un mar de cínicos y amorales, de extravagantes seres de oscuras o al menos secretas intenciones. Todo esto queda plasmado en un guión que funciona excelentemente como mero entretenimiento, dado a la carcajada inteligente, tanto por su en ocasiones surrealista historia como por su fluidas conversaciones (por ejemplo la que hace referencia a los hijos no tiene desperdicio...).
A ello hay que añadir una elección del reparto completamente adecuado, en el que incluso Allen controla sus histrionismos para dar vida a un personaje francamente divertido; Jackman vuelve a demostrar su versatilidad con un personaje hecho para su lucimiento; y Johansson sorprende con un papel arriesgado completamente diferente a lo que había hecho hasta ahora, una chica ingenua, sin ningún punto de sofisticación y con un magnetismo inocente encantador interpretado con encanto y matices por la actriz.
Por último hay que alabar tanto a Allen como a Johansson al volver a rodar a Londres tras su exitosa experiencia en Match Point un filme completamente distinto tanto en intenciones como en resultados, lo cual es algo arriesgado y que definitivamente supieron aprovechar.