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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
10
Drama Luis (Luis Bermejo), profesor de literatura en paro, trata de hacer realidad el último deseo de su hija Alicia (Lucía Pollán), una niña de 12 años enferma de cáncer terminal: tener el vestido oficial de la serie japonesa de dibujos animados "Mágical Girl Yukiko". El elevado precio del vestido llevará a Luis a intentar encontrar el dinero de forma desesperada cuando conoce a Bárbara (Bárbara Lennie), una atractiva joven casada que sufre ... [+]
22 de octubre de 2014
157 de 235 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mundo, Demonio y Carne. Estos son los tres epítetos que titulan a las tres partes de Magical Girl. No existen las máximas universales a la hora de calificar una obra maestra en el cine como tal, pero podría ser que algo que tienen en común es la falta de evidencia, el no poder dar nada en la obra por sentado, lo desconocido que hay detrás de la imagen y que es en sí mismo el “otro” guión de la película, ése que no está escrito pero tiene tanto poder como el que se dice.

Magical Girl, partiendo de una proverbial verdad (2 + 2 son 4), se lanza hacia lo desconocido, al ilusionismo de lo que está y de pronto deja de estar. A partir de los ojos de una niña enferma (la hipnótica Lucía Pollán), y del ferviente amor paternal de su progenitor (Luís Bermejo, la sutileza hecha hombre), la historia de Magical Girl se va ramificando hasta crear un cuadro completo de la realidad social de un país. Como daño colateral a una mujer trastornada (Bárbara Lennie, la mejor interpretación que ha habido en el cine español en mucho, mucho tiempo. Es difícil que un cuerpo pueda contar más de lo que cuenta esta extraordinaria actriz con su composición), el miedo a lo desconocido asola la narración, el argumento y la propia sala de cine. Y los efectos causados en un solitario hombre mayor (José Sacristán, ¿existe una voz y unos ojos más reveladores que los suyos en nuestra cinematografía?) hiperbolizan cada elemento expresivo, narrativo y simbólico de la película. En el corazón de todo ello, un hombre del que no sabemos nada, el particular mago de Oz de este universo tan aséptico como real (Miquel Insua, demostrando el poder de lo oculto, la fuerza de la ironía, el desasosiego de lo que no se sabe), que lanza en un soberbio monólogo las claves argumentales de una película tan extraña como universal.

Es difícil intentar racionalizar lo que ocurre en Magical Girl. Su vigor está en cada elemento de los planos, en cada decisión estética, en la fuerza a la hora de crear iconos (el vestido de Magical Girl, la puerta del lagarto negro, el diseño de vestuario y las cicatrices del personaje de Bárbara Lennie, la constitución española como símbolo, la copla…) y en la propia dispersión de la forma. Como decía al principio, tal vez la falta de evidencia sea la clave para calificar a una obra maestra, y esa es la mayor y más reconocible virtud de Magical Girl: el misterio que hay en todo lo que la compone. Todos sus actores son excepcionales porque hacen todo lo que debe hacer un actor para serlo, pero además, en sus interpretaciones está presente siempre aquello que los espectadores no sabemos ni llegaremos tal vez a saber, pero que es una verdad intachable para esos personajes. La soledad de Pollán y Bermejo; la sádica relación entre Bárbara Lennie e Israel Elejalde como su marido; el mundo, pasado y presente del personaje de Bárbara; el carácter omnisciente y nuclear del personaje de Insua; o la gran elipsis ausente, la pieza del puzzle que falta para el personaje de Sacristán entre la primera secuencia de la cinta y su protagonismo en la última parte; son las incógnitas que elevan a Magical Girl como uno de los grandes acontecimientos del cine reciente, piezas que “están pero no están” en una historia que es a la vez cine social, película de terror psicológico y pieza de cámara sobre sentimientos universales.

El miedo a lo desconocido hará que mucha gente no reconozca como obra maestra a esta película. Pero lo que Carlos Vermut ha hecho con su segundo largo está lejos de palabras y opiniones. Es una película en la que todo cuenta, y cuenta de todo. Es difícil llegar a una conclusión sobre su(s) tramas pero en ellas hay verdad, originalidad y magia. Magical Girl es melancólica y feroz. Es divertida a la vez que agónica y dura. Expone los grandes dolores que alguien puede sufrir (como aclaración, “mundo, demonio y carne”), sin concluir ni juzgar aquello que se nos muestra, y lo que deja a nuestra imaginación. Es un tiro en la cabeza a lo racional, a lo encorsetado, a lo que se presupone que es nuestro cine.
jaly
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