Nancy Meyers, además de una conocedora total del género más antiguo de la historia del Cine, es una perfecta narradora de historias de amor de segundas oportunidades, con un increíble timing cómico además de la intensa capacidad de provocar emoción además de risa en todos sus trabajos.
Como en ¿En qué piensan las mujeres? o en The Holiday, con Cuando menos te lo esperas encontramos a varios personajes que de un modo u otro han renunciado no solo a la búsqueda del amor sino a la posibilidad de encontrarlo. Y como en aquellas, la vida les tiene esperados varios encuentros inesperados que harán que su escepticismo y su concepción de la pareja y el amor cambien, y con ello su felicidad.
Partiendo aquí de un material de lo más clásico (y predecible) Meyer borda otra de sus – burguesas – comedias que no obstante tienen alma. Conservan muchas más ideas que su sola historia, y su torrente de diálogos en el guión da una acción – reacción de vértigo. Su clasicismo y lujo en escenarios y cámara ampara a sus personajes por si solo. Además introduce algunos gags realmente tronchantes. Pero si también tienes un abanico de secundarios que aportan justo lo que se necesita (McDormand, Peet, Reeves) mejor que mejor.
Pero estaríamos hablando de otra película si no fuese por la unión, fusión, de Keaton y Nicholson. En absolutamente todas sus escenas separados y juntos (o sea en todo el metraje), la fascinación, el humor, la química, la carisma, el poder, la frescura, la emoción de sus caracterizaciones hacen de Cuando menos te lo esperas la fascinante reflexión que es sobre el paso del tiempo, las segundas oportunidades y el derecho de todo ser humano a amar y ser amado.