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Voto de jaly:
9
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967
Drama
Las protagonistas, una tía y una prima de Jackie Kennedy, son dos mujeres excéntricas que viven aisladas y rodeadas de toneladas de basura en Grey Gardens, la ruinosa mansión de verano que los Bouvier, una aristocrática familia de origen francés, tenía cerca de Long Island. En 1973, a raíz de la orden de desahucio de la casa por razones sanitarias, un equipo de cine se dispuso a rodar allí un documental. Las dos mujeres vieron en ello ... [+]
13 de noviembre de 2009
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuevo triunfo de la magnífica cadena estadounidense HBO, capaz de tomar historias y actores que incluso para el cine se quedan grandes.
Grey Gardens me sorprendió profundamente por la insólita historia que cuenta, de la que tenía total desconocimiento, pero que no puedo parar de investigar tras haberla conocido. Se nos cuenta el avatar vital de una madre (Edith Ewing Bouvier, Jessica Lange), y una hija (Edith Bouvier Beale, Drew Barrymore), integrantes de una influyente saga americana, millonarias y excéntricas mujeres con ansias artísticas, que por determinadas circunstancias acabaron viviendo todos sus días en la vieja mansión familiar, en los East Hamptons neoyorquinos, rodeadas de basura, podredumbre, locura y soledad, pese a el esplendor de su pasado, y a su cercano parentesco con la mismísima Jaqueline Kennedy.
Tal historia, que fue rescatada en un mítico documental en 1975, provoca tal cantidad de emociones en mí, que me sorprende su total desconocimiento. Asistimos en Grey Gardens a la caída libre de dos mujeres hacia el abismo de sus propias soledades. Ambas, a pesar de sus privilegios sociales, de su afán de arte y estrellato, por circunstancias vitales como el hecho de ser mujer, u otras más personales como tener dos caracteres inestables, y hasta cierto punto, posesivos y dependientes, se ven abocadas al encierro a perpetuidad, recluidas en sus propios rencores y sueños rotos, en las pasiones que dejaron atrás y no pudieron llevar a cabo, en el recuerdo de una vida que no se dio ni se dará, y en el desánimo y la apatía que se apodera de allí donde viven, como termitas en madera muerta. La cochambre en la que pasaron la mayor parte de sus años de vida, no es más que un reflejo del estado interior de su ser.
Tal historia, triste y desgarrada, es contada en Grey Gardens con un cuidado espectacular, apoyado en un diseño de producción espléndido, y sobre todo, la piedra angular de la cinta, en dos actrices extraordinarias.
Tras rescatar alguna imagen de las dos Ediths “reales”, aprecio, más de lo que había visto, el sobrecogedor trabajo de Lange y Barrymore, a la altura de otras resurrecciones como las de, sin ir más lejos, Marion Cotillard como Edith Piaf o Sean Penn como Harvey Milk.
(Sigue sin spoiler)
Grey Gardens me sorprendió profundamente por la insólita historia que cuenta, de la que tenía total desconocimiento, pero que no puedo parar de investigar tras haberla conocido. Se nos cuenta el avatar vital de una madre (Edith Ewing Bouvier, Jessica Lange), y una hija (Edith Bouvier Beale, Drew Barrymore), integrantes de una influyente saga americana, millonarias y excéntricas mujeres con ansias artísticas, que por determinadas circunstancias acabaron viviendo todos sus días en la vieja mansión familiar, en los East Hamptons neoyorquinos, rodeadas de basura, podredumbre, locura y soledad, pese a el esplendor de su pasado, y a su cercano parentesco con la mismísima Jaqueline Kennedy.
Tal historia, que fue rescatada en un mítico documental en 1975, provoca tal cantidad de emociones en mí, que me sorprende su total desconocimiento. Asistimos en Grey Gardens a la caída libre de dos mujeres hacia el abismo de sus propias soledades. Ambas, a pesar de sus privilegios sociales, de su afán de arte y estrellato, por circunstancias vitales como el hecho de ser mujer, u otras más personales como tener dos caracteres inestables, y hasta cierto punto, posesivos y dependientes, se ven abocadas al encierro a perpetuidad, recluidas en sus propios rencores y sueños rotos, en las pasiones que dejaron atrás y no pudieron llevar a cabo, en el recuerdo de una vida que no se dio ni se dará, y en el desánimo y la apatía que se apodera de allí donde viven, como termitas en madera muerta. La cochambre en la que pasaron la mayor parte de sus años de vida, no es más que un reflejo del estado interior de su ser.
Tal historia, triste y desgarrada, es contada en Grey Gardens con un cuidado espectacular, apoyado en un diseño de producción espléndido, y sobre todo, la piedra angular de la cinta, en dos actrices extraordinarias.
Tras rescatar alguna imagen de las dos Ediths “reales”, aprecio, más de lo que había visto, el sobrecogedor trabajo de Lange y Barrymore, a la altura de otras resurrecciones como las de, sin ir más lejos, Marion Cotillard como Edith Piaf o Sean Penn como Harvey Milk.
(Sigue sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ambas intérpretes, adecúan tanto su manera de andar, de hablar y su cuerpo en general, a los dos caracteres, que provoca escalofríos; pero más allá de eso, evocan a esas personas dejadas en la cuneta del tiempo, con una sensibilidad, un empaque y una emotividad digna de todo premio y elogio. Lange da su mejor papel en años, una interpretación a la altura de los grandes clásicos que esta mujer tiene en su haber. Y Barrymore, consigue por fin el triunfo definitivo que le faltaba a su carrera, impresionando y sorprendiendo sin límites con su talento inusitado.
Suya es la película, y ambos animales interpretativos se la devoran, con una personalidad arrolladora y un sentimiento demoledor; como era propio para esta originalísima historia de soledades desarraigadas, de abandono vital, de amor más allá de toda duda.
Suya es la película, y ambos animales interpretativos se la devoran, con una personalidad arrolladora y un sentimiento demoledor; como era propio para esta originalísima historia de soledades desarraigadas, de abandono vital, de amor más allá de toda duda.