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Voto de jgripweed:
5
Comedia El Almirante Haffaz Aladeen (Baron Cohen), un dictador antioccidental, arriesga su vida con tal de evitar el establecimiento de la democracia en Wadiya, un país norteafricano con recursos petrolíferos. Su más fiel consejero es su tío Tamir (Ben Kingsley), Jefe de la Policía Secreta, Jefe de Seguridad y Proveedor de Mujeres. Por desgracia para Aladeen y sus consejeros, Occidente ha empezado a inmiscuirse en los asuntos de Wadiya, país ... [+]
11 de junio de 2012
15 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace unos años, la tendencia del género humorístico, tanto en cine como en televisión, ha derivado hacia una suavidad plena, completamente servil ante lo políticamente correcto, y acojonada ante la demanda de gatillo fácil de la gente con síndrome de hipersensibilidad intelectual.

En España hemos sido víctimas de esto, y eso que está en nuestra tradición realizar ataques a los enemigos intelectuales a base de humor y cachondeo verbal, sobre todo en el mundo artístico. ¿Cuántos sketches de Martes y Trece podrían tener cabida hoy en día en la televisión? ¿Qué ha sido de Arévalo y sus chistes sobre gangosos y mariquitas? Es más, y remitiéndonos al Siglo de oro, ¿habría sido Quevedo el mismo genio mordaz e irónico, de vivir en la época actual, donde el miedo a ofender supera con creces a las ganas de hacer reír?

Por esta razón, muchas veces tenemos que recurrir al mundo anglosajón para disfrutar de verdaderas carcajadas irreverentes, las que de verdad sacan a uno de la vida real y lo transportan a una felicidad efímera pero intensa. Y fue en las islas británicas donde surgió un tipo llamado Sacha Baron Cohen que, como norma principal, se dedica a reírse de todo y, cómo no, de sí mismo. Su primer personaje conocido fue Ali G, una parodia de lo que aquí podría equivaler a un Nen de Castefa, pero con más mala leche. Era un comienzo prometedor que alcanzó su cumbre a través de Borat, cuyas apariciones televisivas y, luego más tarde, su rompedora película, le abrieron un hueco a nivel mundial como paradigma de la provocación más aterradora y brillante que hemos visto en mucho tiempo. Probablemente, esta provocación se le fue de las manos con Brüno, solo apta para los que no se escandalizan ante nada, como yo, y esto le llevó a replantearse su siguiente trabajo, que es el que origina este artículo: El dictador.

La película trata sobre Aladeen, un tirano que gobierna con mano caprichosa en un imaginario país de Oriente Medio y que recuerda en muchos puntos de su locura al fallecido Niyazov, dictador de Turkmenistán. Pero, a diferencia de sus películas anteriores, Baron Cohen realiza en esta ocasión un producto con tintes mucho más comerciales, y con un humor tan torrentiano que nos deja con hambre y que se centra en inundar la escena con actores conocidos que, en mayor o en menor medida, apenas tienen gracia. Al menos, la fama le precedía, y consiguió llamar la atención en las semanas previas a su estreno, sobre todo durante la extremadamente cuidada gala de la Academia estadounidense, donde llegaron a saltar las alarmas ante las amenazas que lanzó el sujeto para boicotear el evento.

Concluyendo, El dictador va a suponer un acercamiento de Baron Cohen al mundo de Hollywood, pero también un paso atrás demasiado grande para los que somos fans de su humor. Es una pena, pero la dictadura de lo políticamente correcto parece que también ha vencido, en este caso, a su peor desmitificador.

http://diarioenred.com/2012/05/el-dictador/
jgripweed
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