Pausado, misterioso y campechano drama argentino con toques fantásticos sobre la vida rural, las relaciones emotivamente distantes y la necesidad de milagrosas apariciones para sostener la necesidad de la fe en un futuro mejor por venir. En un sólido y desconocido elenco donde se destaca con solvencia la jovencita Ailín Salas.
El director y guionista Maximiliano Schonfeld (Germania, 2012) edifica un clima realista con formato rural y repleto de misticismo, desde donde desarrolla personales cerradas pero profundas y con una fuerte intensidad sexual que abraza a los personajes. El tiempo parece detenido, congeladamente misterioso, y los escuetos diálogos como los primeros planos toman una bella relevancia.
La historia se mete en la vida de Alejandra (Ailín Salas), una jovencita flaquita y ruluda que aparece inesperadamente en un sembradío en los campos de los hermanos Lell. Nadie sabe de dónde vino, qué busca, ni tampoco hacia dónde va.
Rápidamente hace buenas migas con Lucas (Lucas Schell), el joven de su misma edad que la encontró y le dio cobijo en la casa. Entre ellos hay tensión, deseo, prohibición, temores; pero se llevan muy bien y comparten tiempo juntos.
Alejandra llegó cuando la helada negra amenazaba las plantaciones y desde su llegada las cosas cambiaron, para bien. Es por eso que Benigno (Beningno Lell) le adjudica cierta vinculación y poderes milagrosos que esparcen por la zona, generando resquemor e interés entre los pueblerinos.
Con un paso sin premios por Festival de La Habana, la propuesta de Maximiliano Schonfeld se muestra como muy genuina, con ritmos pausados que reflejan con fidelidad la vida de campo -construida con muy buenos planos y una fotografía potente-, donde relaciones simples se complejizan desde lo misterioso y una sensualidad sexuada que parece a punto de estallar de manera constante.

Calificación Fanaseriecine: 6 ½ sobre 10