Luis Mandoki cargó sus alforjas tiempo atrás en los USA, no sabemos si de dinero o frustración, haciendo encarguitos para el star system, pero hace algún tiempo que vuelve a estar con nosotros y con los que no van a poderle pagar. A esta Seminci del 2012 ha traído una historia que destila verdad purulenta por los cuatro costados, que se respira en todas las fronteras hispanoamericanas que están en el paso hacia el Norte, hacia las mansiones del vecino rico, hacia los cantos de sirena y el cegador brillo de la supuesta dignidad y éxito que esperan en los Estados Unidos.
Según sus propias palabras es la película de la que se siente más orgulloso, aunque está claro que no será la que le dé acceso a un yate.

Sabina Rivas, dieciséis viejos años, está haciendo una larga escala en el paso fronterizo entre Guatemala y México. Su intención es ser una reconocida estrella del mundo del espectáculo en el país de las oportunidades, mientras tanto será la "Perla de Tijuanita", un club de alterne y variedades. Ella, cuando escapó de Honduras, sabía que las cosas no serían fáciles pero sus proyectos se están retrasando más de la cuenta; y el acoso de ese muchacho, que pertenece al pasado, y la fijación de algún aduanero gringo están complicando sus expectativas.

No faltarán quienes, desde el confort de la butaca, tachen de exagerada esta adaptación de la novela La Mara, de Rafael Ramírez Heredia, yo me creo a pie juntillas todo cuanto aparece y no dudo de que la realidad aún será bastante más escalofriante.
Hay que apuntar, respecto al libro, que el guión se aleja del excesivo protagonismo de las bandas juveniles de tatuados para enfocar hacia las venturas y desventuras de Sabina Rivas, la niña-mujer que algún día será reconocida sin necesidad de buscarse otro nombre artístico;¿o no?.