Este documento vivo; sobre una invisible realidad paralela (por su acepción geométrica), y por tanto intangible; es, desde ya, imprescindible para quienes quieran romper el maléfico tabú que rodea a un colectivo ninguneado y perseguido: por culturas retrógradas y por leyes patriarcales.
Pueden parecer demasiadas capas a lo largo de siglos de olvido y desprecio, pero estas seis mujeres trans, bajo la batuta de un director sensible con las personas distintas y sus diferentes problemáticas, se encargan de removerlas y construir un sólido edificio de afectos y normalidad.

La argamasa que une a gentes tan heterogéneas, de edades tan dispares y procedencias asimétricas, en torno a la visibilización de un género tan injustamente tratado, no puede ser otra que la fuerza del cariño y la solidaria lucha por las causas, que antes se llamaban perdidas; y que hoy, gracias a seres maravillosos como Magdalena, Alicia, Tina, Saya, Yolanda, Cristina y Adrián, son hallazgos de vida enriquecedora.

Es tan grande la ignorancia que rodea todo aquello que no esté contenido en la heteronormatividad, que películas como la de Adrián Silvestre deben pasarse pronto en centros educativos, televisiones públicas, residencias, peñas futbolísticas, iglesias y cuarteles...; en cualquier sitio que normalice o iguale a un transexual, libre para decidir sobre su cuerpo y su mente, con cualquier otra criatura humana.

No puedes por menos de quererlas a todas y desearlas, elevándolo al cuadrado, la misma suerte que deseas a quienes merecen lo mejor.