Jane Campion intenta un retrato psicológico de los personajes, siguiendo el estilo del padre creador, el novelista Henry James (1843-1916), autor de la obra del mismo título. Esta compleja faceta, la de hablar desde dentro de los individuos, a pesar de un elenco actoral muy capacitado, no está del todo conseguida; aunque es indudable que las pasiones, pecados capitales y razones equívocas merodean las siluetas de cada actor protagonista de esta historia que transcurre en el último cuarto del Siglo XIX.

Las nuevas amistades de Isabel Archer (Nicole Kidman), que se ve aupada por un testamento a una condición social y protocolaria, contra la que había combatido con uñas y dientes en defensa de su libertad personal, tienen otros planes para ella. Sus viejos amigos pretenden alertarla, pero ella desconfía del buenismo y los amores furtivos.

La directora australiana juega, como el escritor estadounidense, nacionalizado inglés en sus últimos días, a enfrentar la inocencia y naturalidad americana contra la experiencia corruptora europea; y es ahí donde se encuentra con unos precedentes insalvables que hacen cojear su voluntariosa empresa. Choca, y el propio John Malkovich es rehén, con referentes ilustres como: Las amistades peligrosas (Stephen Frears-1988), Valmont (Milos Forman-1989); e incluso Les Liaisons Dangereuses (Roger Vadim-1959). Todas ellas basadas en la inmortal narración del francés "licencioso": Pierre Choderlos de Laclos (1741-1803) que la publicó en 1782.

Las solventes interpretaciones no hacen más que recordarnos a otros, que vivieron en otros textos con el mismo espíritu; y que, para más inri, en alguna ocasión compartieron voz y rostro. Me refiero fundamentalmente al famoso Valmont (también Malkovich) y a la intrigante Marquesa de Merteuil (Genn Close), traducida en esta adaptación como madame Merle, soberanamente encarnada por Barbara Hershey.