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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
7
Documental Asier y el actor y director Aitor Merino crecieron juntos en Pamplona. Fueron juntos a la ikastola y se hicieron grandes amigos. Años después, Aitor se trasladó a vivir a Madrid en su deseo de ser actor. Cuando, en 2002, Asier ingresó en la banda terrorista ETA, Aitor se preguntaba cómo podría hacer entender a sus amigos de Madrid lo que ni él mismo lograba comprender. En cuanto Asier salió de prisión, se propuso hacer una película en ... [+]
5 de mayo de 2015
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me parecen curativos los puntos de vista diferentes sobre la problemática del independentismo vasco, ETA y todas las connotaciones y discusiones: sociales, políticas, deportivas, artísticas, económicas, educativas, etc.., que el conflicto de identidades con el nacionalismo español han provocado.Y lo digo desde el punto de vista de un ciudadano del mundo internacionalista. El respeto comienza por escuchar, dialogar y posicionarse pacíficamente. Oír a las víctimas (de una y otra parte); a los que, aún estando convencidos, están equivocados; a los que son minoría y están en medio de las dos corrientes; a los que comparten solo la paz, y siendo contrarios, no quieren volver a oír hablar de las armas; oír a quienes perdonan y a quienes quieren ser perdonados.....Pero me temo que esto, como casi todo, lo tendremos que acabar arreglando los de la calle, porque los políticos, al uso, están más para romper que para soldar; y siempre será más efectivo un apretón de manos entre el padre de un etarra y el de un guardia civil, que siete comidas de trabajo entre comisiones encargadas de la reconciliación.

Asier y yo, está más en la linea de los abrazos que de las "reuniones de trabajo" y traslada no solo buenas intenciones, también fórmulas caseras para aplicar bálsamo sobre las quemaduras que algunos "bomberos", por temas de aprovechamiento político fundamentalmente, han causado.
Como espectador y como alguien que ha vivido muy dignamente en euskadi, sin sentirme discriminado, agradezco a Aitor Merino el esfuerzo por desentrañar una realidad en la que los afectos pueden más que las consignas, y las personas están por encima de los legisladores profesionales.
Sinhué
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