Con la monótona parsimonia de un viaje en calesa. Con la resignada desesperación por haber agotado lo posible. Con la tétrica dulzura que da la proximidad de la muerte. Con el abandono, el arrepentimiento, la pobreza.....Así transcurre el último tramo de la vida de un hombre sensible y egoísta, de un artista portugués del XIX: Camilo Castelo Branco.

Manoel de Oliveira nos envuelve, con una puesta en escena teatral y apoyado en cartas del escritor, en una atmósfera con poco oxígeno y mucho nihilismo.
Una historia de adúltero amor, que al final será de inexplicable compañía, subyace como no podía ser de otra manera, en la desordenada vida de un romántico domador de palabras e individuo condenado al fracaso por su condición de artista maldito.

Sincero acercamiento, del ya centenario director luso, a la figura de un célebre de las letras portuguesas del que nos destaca su indefensión ante la vida y su escasa categoría humana.
Por supuesto hay que verla en idioma original. El ritmo de la dicción acompaña la acción.