Toda una historia de amor por la bicicleta, como si de un cuento se tratara, en la que Gert Embrechts nos plasma en su primer largometraje y que me ha dejado una muy buena impresión.
Cuando a alguien le apasiona algo saca fuerzas de donde sea para conseguir esas metas y si encima la vida te pone obstáculos intentas superarlos porque tu sueño es lo que ansias.
El director sabe trabajar con la ilusión, la admiración y la superación y buena parte de la película son esos sentimientos que te llegan al corazón como si de los tuyos se tratara.
¿A caso nadie se ha sentido en esa situación alguna vez? seguro que sí.
Además, todo sucede en un pequeño pueblo belga en 1975 donde lo tradicional, que venía siendo el trato personal de un comercio familiar, se ve confrontado con lo industrial, con el poder de atracción de lo moderno y de este choque surgirán cambios en ambos lados.
Toda una lástima que estas películas pasen desapercibidas en los cines de hoy ya que hay verdaderas joyas escondidas que te hace reflexionar sobre las barreras que nos ponemos y nos ponen por cuidarnos en exceso.
Un film apto para todos los públicos que recordará a más de uno el valor de la ilusión que un día tuvo por algo.