Voto a tal que Lipovetski dio en el clavo cuando definió el cine actual más popular como "hipermoderno". Y muchas de las claves que el defiende (abigarramiento, hibridación formal y genérica, metareferencialidad...) abundan cada vez más.

¿Y lo de aquí? Caso claro de forma versus contenido.

Gana la forma, por desgracia. Por obvio dos a cero.

Lo cual es un putadón, pero salta a la vista tras pocos minutos de visionado.

Las dos horas y casi cinco minutos de metraje del film no pueden sostenerse a base de transiciones angleehulkianas, toques speedracerescos, momentos "Oldboy", tics de comportamiento, frases lapidarias, gestos hoscos, actitudes adustas y una suerte de tema cogido por los pelos. Nooo señor. Lo del tema no hay dios que se lo trague. Ni necesidad de la heroicidad en tiempos oscuros, ni violencia innata al hombre ni naranjas de la china. La peli no tiene nada que contar. Y punto. NADA. Literalmente. Está hueca. Envoltorio cool, historia más vista que el tebeo y más vieja que el mundo.

Es cierto que "Bunraku" va lejos y juega a una puesta en escena chocante, teatral y cuasi esquizoide (que parece beber -en parte- de la japanimación más trendy), pero la cansina concatenación de mamporazos hongkong-chambarescos entre icónicos héroes western/eastern y malosos con sobrecarga de sentido del estilo resulta re repetitiva, haciendo que uno acabe desinteresado por los esbozos de personaje que pululan en ese universo acartonado adornado por una chulesca voz en off.

Vamos, que al tal Moshe le pasa como a Zack Snyder en cierto modo: necesita de una historia coherente más que sol y agua una plantita moribunda. La diferencia es que Snyder ya se ha demostrado capaz de ser un narrador bastante decendete. Moshe... veremos.

Suspenso.