No es que los héroes estén cansados, amigos: somos nosotros los que nos hemos cansado de ellos.

Llámalo nuevo siglo, llámalo obsolescencia programada o llámalo como quieras. El caso es que las cosas están como están: estos señores se acercan a las siete décadas de vida y sus arquetipos, comportamientos o modos de ver el cine comercial ya no tienen cabida en estos días.

Y menos con productos como el que nos ocupa, más propio por su enfoque, calado y premisa de partida a algunos largos de finales de los noventa --que ya en aquellos años daban síntomas de agotamiento-- que a algo consumido por la masa que llena multicines para ver spin offs marvelianos o robotejos transformables.

Cierto es que Sly a veces se las apaña (más mal que bien; véase cómo se ha juntado con Walter Hill hace poco y su film ha pasado sin pena ni gloria), pero lo de Arnie es un "abandona toda esperanza tú que aquí entras" (en la sala de cine) en toda regla.

Saldo total -- un largo desfasado, escasamente espectaular, anticuado, de interés reducido y resultados modestos.

No son los kilómetros, Silvester y Chauche -- son los años.

Lamento decirlo, pero es hora de jubilarse (salvo que ocurriera algo como que Jim Cameron recuperara a Arnold, que se me antoja harto improbable).