Road movie con niña insoportable y drag on tour que , little by little, bolo a bolo, van convergiendo en su amistad hasta desarrollar , quien lo iba a decir, un mutuo respeto y un recíproco afecto.
En el camino, entre percance y aventura, Rupaul te va dando lecciones sobre la importancia de la tolerancia, la hipocresía de los que no se disfrazan para ganarse la vida , el incondicional amor materno, la infinita y necesaria capacidad de perdón, las segundas oportunidades y yo qué sé más.
Rupaul es como una santa incandescente con peluca y derrocha amor en todo lo que hace , bitch. Tan adorable es que a veces se aprovechan de ella los villanos de la serie ( "lady danger" y su compinche, ojo al dato: dos esbirros sacados de un album de Mortadelo) pero, oye, tampoco dramaticemos: nada que no se cure con una buena canción de Dolly Parton.
Sabes cómo va a terminar la serie desde el minuto uno, sabes que nadie resultará gravemente herido y el arco narrativo te parece casi tan complejo como la contraseña del wifi de tu cuñada. Por si fuera poco, todo el mundo es diverso y diferente aunque , al mismo tiempo o precisamente por ello, terriblemente guay
.
Qué puedo decir. Mi abuela, que estaba enganchada a Topacio,aquel culebrón sobre una campesina ciega que se enamoraba perdidamente del señorito Jorge Luis, podría haberse enganchado a esta serie sin grandes problemas. Rupaul lo sabe perfectamente y por eso ha exigido que los guiones se escriban pensando en la tercera edad. Un poquito de niña huerfána por aquí, un poquito de tonadillera por allá. Sexo y sordidez sí, pero imaginaria: más o menos como en Topacio.

En fin , si no quieres complicarte demasiado la vida y lo que te apetece es disfrutar de una serie folclórica de sobremesa con un discurso sobre la tolerancia más inofensivo que una piruleta, dinner is served. Puede que incluso te rías en algún momento, pero tampoco te lo prometo.