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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
7
Drama Basada en hechos reales. Gracias a su habilidad y amor por las palabras", Evelyn Ryan (Julianne Moore), un ama de casa, consigue mantener a flote a su problemática familia: diez hijos y un marido alcohólico, torpe e irresponsable (Harrelson). En los años 50 y 60, era frecuente que las amas de casa usaran su ingenio para ganar miles de dólares en concursos organizados por las empresas para promocionar sus productos. Pero ninguna de ellas ... [+]
2 de junio de 2007
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El inicio del marketing masivo es el contexto del que parte Jane Anderson, debutante en el cine, que no en el largo - suyos son los telefilmes Si las paredes hablasen 2 (2000) y Normal (2003) - para condensar una parte de la América existente en la era de la sociedad de consumo. Una época llena de loterías, patrocinios, catálogos populares e investigaciones de mercado en la que te decían, con el televisor como objeto catalizador y demiúrgico, lo que debías comprar, lo que necesitabas.

Inspirada en hechos reales (The prize winner of Defiance, Ohio: How my mother raised 10 kids on 25 words or less), con lo que eso conlleva de fantasía en Hollywood, Anderson naufraga durante media hora en busca del estilo respetuoso e incisivo que le permita reflexionar acerca del machismo imperante en los 50, cuando las mujeres todavía no eran aceptadas en los lugares de trabajo y las amas de casa se convertían en maestras de la palabra. Tras su realización televisiva (secundarios de brocha gorda - una Laura Dern desaprovechada -, puesta en escena repetitiva, ausencia alarmante de lo musical…), acaba convirtiendo sus carencias en la base de una atmósfera malsana con la que convertir a su protagonista en heroína, trasunto de lo que resultaría mezclar a la escritora Dorothy Parker y a la actriz Doris Day. Seguramente, una mujer como Evelyn Ryan habría dirigido hoy una agencia de publicidad, escrito su propia columna o diseñado su propia línea de ropa, pero en aquellos años representaba la connivencia recatada con la que una parte de la población femenina seguía parapetando los parámetros de desigualdad de género, el conservadurismo más abyecto. Puro melodrama clasista (Kinsey, La sonrisa de Mona Lisa, Lejos del cielo…), germen del posterior progresismo norteamericano. Anderson consigue el distanciamiento necesario para que el espectador analice lo ganado, y despierta en el hombre “evolucionado” un instinto feminista de supervivencia, de indignación ante los roles aceptados con resignada abnegación.

Aquí es donde entra en juego Julianne Moore, que en un momento esplendoroso de madurez, consigue emocionarnos convirtiéndose en una mujer de felicidad independiente, que puede parecernos tonta, pero que detrás de esa aparente ingenuidad, es un ejemplo de superación, talento, optimismo y amor por la vida. Con lo que ganaba en los concursos, logró sacar adelante a diez hijos y un marido (magnífico Woody Harrelson, consigue humanizar al malhechor) negado por su cretinismo y superado ante tamaña y desbordante vitalidad. Una mujer que dejaba a un lado con gracia la adversidad y la mezquindad, y cuya bajo cursilería, se escondía una integridad moral a prueba de hecatombes, representante de cualidades que deberían ser globales (en todos), la sublimación virginal de la mujer empeñada en abarcar y organizar el mundo desde el hogar, que le permitiera ser recordada con el filtro de una realidad soñada a través de la nostalgia biográfica de sus hijos, eternamente agradecidos.
La Maga
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