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España España · Madrid
Voto de Hugo:
8
Drama Seydou y Moussa son dos jóvenes que abandonan Dakar para emprender camino a Europa. Una odisea contemporánea a través de los peligros del desierto, los horrores de los centros de detención en Libia y los peligros del mar. (FILMAFFINITY)
21 de diciembre de 2023
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay ocasiones en las que tras salir del cine, durante esos instantes de trance entre la ficción y la realidad, cuando se esboza un juicio preliminar mientras los créditos se suceden y uno trata de organizar el trasiego de ideas y emociones que han surgido con la narración proyectada, recurro, pocas veces, a la sentencia de "me gusta que exista esta película porque creo que es necesaria". Y esa misma secuencia me ha sucedido al finalizar, a continuación de uno de los planos más arrebatadores del año, Io capitano. Esta intuición por sí sola casi nunca es indicativa de estar ante una gran obra; es una sensación impulsiva que, posiblemente, hable más de mí mismo que de la película. No obstante, en el caso de Io capitano creo que no es solo una buena idea o una historia que merecía contarse, sino que hay argumentos cinematográficos que sustentan su valor propio como film y justifican su reconocimiento en los diferentes festivales y premiaciones en los que ha participado, así como la generalizada buena acogida del público.

Esta odisea homérica, tal y cómo la define el propio director Matteo Garrone*, retrata el drama de la inmigración africana bajo la mirada de dos jóvenes senegaleses con el sueño ingenuo de encontrar el paraíso europeo. A partir de esta síntesis surgen diversas cuestiones que se conectan con la construcción de la mirada. Así pues, el punto de vista del espectador se erige sobre la inocencia de dos chicos de 16 años que deciden emprender un viaje del que los europeos conocemos su final, pero solo intuimos el largo e infausto proceso. A través de esa colisión entre la mirada ingenua de sus protagonistas y el terror de sus vivencias migratorias, la narración permite hilvanar diversos tonos y géneros cinematográficos con gran naturalidad: estructura de road movie y buddy film que entronca con el drama y la aventura, pasando por secuencias propias del bélico, hasta alcanzar cotas de fantasía. En este sentido, uno de los grandes méritos de la película es que, en efecto, todas las partes funcionan y se integran entre sí de forma armónica gracias precisamente a esa mirada que proyecta Seydou, el joven protagonista de la historia que merece un párrafo independiente. El mismo Matteo Garrone, insistía que el enfoque técnico hacia la película era el de hacer un buen trabajo al tiempo que se trataba de esconder el artificio cinematográfico, esto es, a la estela de los maestros del cine clásico, invisibilizar la cámara para fluir con las necesidades de lo que se pretende narrar. Un ejercicio que, tras su visionado, se puede confirmar como satisfactorio. De hecho, Garrone no es un director con un sello autoral demasiado hermético, su filmografía transita, al igual que esta película, entre diferentes tonos y géneros. No obstante, de su autoría se pueden destacar dos aspectos recurrentes que se comunican magistralmente en Io Capitano: la atención a la violencia como producto insalvable de la propia humanidad (Gomorra o Dogman) y la fantasía como vía de escape y fórmula de encuentro con la belleza (El cuento de los cuentos o Pinocchio). No hay estridencias, todo funciona a favor del relato.

Otro de los puntos más destacables de la película se encuentra en el apartado interpretativo, en especial el trabajo de Seydou Sarr. Vivimos en su mirada durante dos horas y, tras acabar la película, todavía permanece**. No existe película sin Seydou Sarr, aunque, curiosamente, el director también contaba que el joven actor estuvo a punto de no acudir a la audición porque se encontraba jugando a fútbol, su verdadera pasión. Hemos de agradecer a su madre y hermana la insistencia, porque nos han brindado la posibilidad de contemplar una interpretación francamente inolvidable.

En definitiva, se trata de una película que, además de necesaria por su capacidad de ahondar en uno de los dramas de nuestra actualidad globalizada, se descubre notable por sus irreprochables fundamentos cinematográficos. Enfrentarse a un relato como este desde una perspectiva europeísta, como la que inevitablemente porta Garrone, es un asunto complejo, ya que cabe la posibilidad de convertirse en un discurso manierista que usurpa el drama y la experiencia ajena. No obstante, el autor es consciente del riesgo y no pretende apropiarse de una situación que no le pertenece para enmarcar su palabra, sino que asume su papel como interlocutor entre dos mundos incomunicados para componer un relato de alerta que se dirige hacia sus conciudadanos occidentales. No es la película que hubiera realizado un africano, pero tampoco lo pretende. Al director italiano le basta con construir sobre dos atributos esenciales, aunque complicados de acatar y transmitir. El primero es narrar desde el respeto hacia ese otro al que mira, como por ejemplo, se demuestra con el importante uso de las lenguas minorizadas africanas o el retrato de ese choque entre los valores y ritos inherentes a la diversidad cultural del continente y las fórmulas occidentales que se transmiten a través de la colonización digital. El segundo consiste en describir a los potenciales espectadores de la orilla privilegiada del mediterráneo desde la honestidad, como en el caso de la trascendental decisión de no exponer la migración como un suceso únicamente derivado de situaciones extremas como la guerra o los desastres naturales, sino como un hecho inevitable de la convivencia global. De esta forma, la película, sustentada sobre la inagotable mirada de Seydou, adquiere esa desbordante forma de cuento terrible de la que nos sentimos partícipes, acompañantes de la ruta. Así pues, es admirable el propósito y la conclusión, ya que sin excesivos recursos melodramáticos, reiterativos o de regocijo sobre el dolor extranjero, el film permite alcanzar de una forma natural el estado reflexivo al que invita Garrone.

No es mi película favorita del año, pero todo lo que se propone está bien llevado. Es una gran película sobre una historia que merece ser contada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Hugo
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