Cuando una película es de esas "hecha con cuatro duros", como suele decirse, realmente independiente y con hechuras que rozan al amateurismo, la actitud del espectador -con conocimiento de tal condición- suele ser (y quizá deba ser así) la de enfrentarse a su visionado con una mirada más benevolente, sabiendo de la precariedad de medios con la que ha sido realizada y producida, y centrando su valoración en las ideas, diálogos, narrativa y desarrollo de personajes...

Es el caso de esta sencilla pero agradable película española que ha servido de clausura (este año virtual) del D'A Film Festival. Fue filmada en Nueva York, y está escrita y dirigida por David Moragas, que se otorga para sí mismo uno de los dos personajes principales, el de un documentalista español que se queda colgado en su escala en la "Gran Manzana" y debe pasar la noche en el piso de una compañera de universidad, con el desconocido para él compañero de piso de aquella. Este, el otro protagonista, Jacob Perkins, cumple bastante mejor interpretativamente que su director.

Queda la sensación de que podría haber habido más chicha argumental, alguna subtrama...,, pero la película tampoco pretende más que centrarse en un instante de dos vidas, una noche a la que se ven abocados dos desconocidos debido a las circunstancias. Se transmite bien al espectador la empatía/antipatía, según momentos, que sienten por el otro, así como la tensión sexual y sentimental de la que también la película -de orientación gay- quiere dejar clara constancia.