Película casi inadvertida como evidencian las poquísimas votaciones que tiene en Filmaffinity. Es una comedia propia de su época en la que un madurito Sinatra, por razones que a priori parecen insospechadas, las mata bien muertas ligando a diestro y siniestro, incluyendo el megapibón de Jill St. John que era 25 años más joven. Algún día alguien debería escribir una tesis que intente explicar la razón de que en estas películas se produzcan estas parejas imposibles.

Tenemos una canción de Sinatra y una trama bastante parecida a otras comedias de la época en la que el mujeriego recalcitrante acaba atrapado y lo que es peor, contento. También hay presuntos enredos que no lo son tanto y un papel muy agradecido para Lee J. Cobb que si bien no era un actor de mucha comicidad, borda el rol de padre cabreado con todos y con todo. El eterno cascarrabias de corazón de oro. Tampoco hay mucho más. Eso si que guapísimas aparecen todas las chicas con especial mención a Jill St. John, quien como curiosidad hay que indicar que además de ser un bellezón era un auténtico cerebrito con una altísimo coeficiente intelectual. Comedia pues de fácil visión aunque se eche en falta que no intervenga ni Tony Randall, ni un Rock Hudson que si daba la medida física en los menesteres que se suponían en este tipo de producciones.