Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Melmoth:
7
Comedia Inglaterra, años 60. Narra la historia de Radio Rock, una emisora pirata. En 1966, la BBC sólo emitía dos horas de rock and roll a la semana. Pero la Radio Rock, que inundaba el país de rock y pop 24 horas al día, consiguió una audiencia de 25 millones de personas, más de la mitad de la población. Cuando Carl (Tom Sturridge) es expulsado del colegio, su madre lo manda a pasar una temporada con su padrino Quentin (Bill Nighy), que es el ... [+]
19 de agosto de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay muchas formas de ver una película y, doy por supuesto que hay una variedad de públicos casi infinita, lo que convierte el cine, como la literatura, en manifestaciones del arte muy peculiares y de difícil uniformidad. Después de esta pedantería que me he marcado porque me da la gana, en realidad lo que quería decir, con palabras más sencillas, es que aquellos que nacimos en los 60 y que disfrutamos de la herencia musical de nuestros padres adoptivos anglosajones (los nuestros vivían todavía y por desgracia con Manolo Escobar, Antonio Molina y compañía, por obra y poca gracia del franquismo) vemos esta cinta como un homenaje irónico y desvergonzado, travieso y desenfadado, con ciertos aires románticos, muy propios de aquellos años, con la liberación sexual (de la mujer, pero también del hombre que no sabía ni el nombre de la punta de su miembro), la político y social, la económica y, cómo no, la musical (esa música que procedía del mismísimo diablo, cansado de sus faustos de clásico y ópera). De ahí que esta gamberrada llevada al séptimo arte sin ser eleveda a su categoría, despierte la simpatía de los espectadores (insisto, más en aquellos que hemos nacido entre esos años y que una década después, en nuestra dulce y agotadora adolescencia, escuchamos los nuevos ritmos del rock & roll, el pop menos mediático, las baladas de los jóvenes rebeldes y sin causa, el folk droguero, las mezclas de jazz, blues, soul y música blanca con sus cantos a la libertad y al libertinaje, confundiéndolos... En fin, aquellos maravillosos años).
El gran y orondo -cada vez más- Philip Seymour Hoffman y sus "melancohólicos" argonautas (especial mención para Nick Frost que hace un papel embaucador) navegan sin moverse y sin rumbo y sin cartas de marear por el terrible mar del Norte, pinchando música y enamorando a 25 millones de desencantados oyentes ingleses ante la rabia de los políticos disfrazados de Keneth Branagh, que aquí desborda con su mal humor y la antipatía que despierta su interpretación de un "nazi" británico, versión cóncava como en los espejos valleinclanescos de la tiranía y la desverguenza del poder.
Ya me he alargado demasiado. Basta decir lo que he dicho para hacerse una idea de lo divertida que resulta esta película y no porque uno no pare de reírse (como he leído se quejaban en algunas de las críticas), sino porque, al salir de la sala de proyección, uno -el espectador, nosostros- lo hace con una sonrisa de oreja a oreja, contemplando la vida desde la óptica del oído, bullen en nuestra alma canciones de Billy Fury y Marty Wilde, grupos como The Quarrymen, The Searchers, Small Faces... cómo no disfrutar durante algo más de dos horas de buena música, excelentes y locas interpretaciones y una trama sarcástica sobre libertad, emociones y recuerdos.
Melmoth
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow