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España España · Madrid
Voto de Melmoth:
6
Drama Santiago se separa de su familia. El juez no permite que se acerque a su mujer e hijos. Además, a consecuencia de esto y de su estilo de vida, se ve “obligado” a trabajar en el bar de un amigo. Allí es despedido. Así comienzan sus peores días, callejeando por Madrid, en los cuales tendrá que afrontar su realidad y la responsabilidad de cambiar o morir. (FILMAFFINITY)
26 de marzo de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las muchas formas que adquiere la crítica (hoy en día, es crítico quien goza de espacio y tiempo, bienes multiplicados por la tecnología y el ocio), para esta cinta he escogido la más sentimental y homérica, pues de viaje al fondo de uno de mismo se trata, al margen de cantos de sirenas o exquisitas Circes y prudentes y fieles Penélopes.
La cámara con que nos regala el señor Serrano Azcona la mirada que recorre imperturbable los destinos varios de la autodestrucción, simbolizada en miles de silencios, de Santiago (buen nombre para un personaje que del camino hace vocación, y de la voz, hermética afonía) se convierte -me refiero a la cámara del principio, vaya por Dios- en 'melancohólica' sombra de la conciencia andariega de este Ulises borracho y perdido, confuso y errático, niño acostumbrado a la nada que son sus vacíos y sus horas... Bosco Sodi (actor no profesional o profesional de otra cosa que no es la interpretación, como prefieran) hace un retrato minimalista excelente de lo que es no tener nada habiéndolo tenido todo, del miedo disfrazado de mentira y despreocupación, del dolor ahogado en lágrimas ebrias, luego bebidas a tragos que son estragos en el alma, cansada y ahíta de sí misma... Terrible trampa última del egoísmo ciego y sin rumbo.
Con escasos medios pero con recursos de náufragos, la honestidad con que está filmada esta película bien mereciera un premio aparte entre las miles de estatuíllas que decoran las vanidades de este goyesco escenario de las artes visuales. No es fácil vivir la vida de este personaje callejero, que en su lógica ruinosa convierte la desidia y la inacción en el arte (en el sentido de destreza) obsesivo de la no aceptación y la derrota vestida de puente que no une ni vincula, solo cae, como caen las hojas diciendo hojarasca de los árboles caducos y moribundos, como cae la tarde lluviosa sobre los plomizos párpados de un horizonte sin aplausos.
Valiente y penetrante, "El árbol" es una muestra más, en mi ¿humilde? opinión y excelente sano juicio, de lo que el cine puede contar y ofrecer: almas solitarias en el ruido, completando el mapa emocional del Miedo.
Vivimos las vidas de otros que ni siquiera existen salvo en las pantallas de cines y televisores, hasta que un día la vida de ese otro es la nuestra, nos da un vuelco el corazón, que es como decir que nos va la vida en ello, y contemplamos cómo se nos ha ido el viento a otra parte para agitar otras ramas, refrescar otras raíces... hasta morir o nacer de nuevo.
Enhorabuena a todos los que hicieron este brillante poema visual a la nada, a las miles de existencias rotas y corrompidas por la insatisfacción y la desesperanza.
Siempre nos queda la oportunidad de mirarnos al espejo de todas las mañanas y, por una vez, dejar el reflejo de lo que somos o pretendemos donde debe estar: en el mismo reflejo. Y así empezar a ser lo que podemos.
Melmoth
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