Hace poco, doce usuarios unidos por esta web nos reunimos en una cena navideña. Sí, a esos decadentes extremos filmaffiniteros hemos llegado algunos. Sólo faltó dios Kurt para completar el cuadro davinciano. Decidimos que como regalo navideño llevaríamos cada uno un "pongo"(*), y luego haríamos un sorteo para saber el destinatario. Todos llevaron el suyo, menos el judas de turno (que ya imaginan quién es) que esperamos que cumpla escrupulosamente con quien le tocó.
A una filmaffinitera mala pécora no se le ocurrió otra cosa que llevar sin estrenar, con el plastiquito y todo, el DVD de este telefilme. Y no hace falta imaginar mucho a quién le tocó la china, aunque en este caso debería decir la india.

Hoy en día mucha gente se traga bodrios alucinantes, pero que dan un toque guay verlos. Eso sí, algo religioso no lo ven ni bajo tortura por el qué dirán. Lo que han cambiado los tiempos joder, antes había gente que al ver una minifalda se santiguaban escandalizados; y hoy se escandalizan si ven alguien santiguándose.

Bueno, pues como todos, yo también me enfrenté a este telefilme con mis prejuicios. En realidad me enfrento a ellos con cada película que veo. Y hubiese deseado que fuese mucho mejor la verdad. Pero partía con un hándicap: conozco tanto en la India, como en Barcelona y Madrid, las casas que tienen las (y los) Misionaries of Charity. Y recomiendo mil veces más ir a ver que hacen ahí que ver esta película, que como era de suponer es suave y no sale cómo se limpia el culete a un leproso, cómo agoniza un niño o cómo se limpia a un muerto.

En cuanto el film, pues regularcete. La ambientación no está mal del todo, siempre ayuda el colorido natural que dan esas tierras. Pero la musiquita enfática-emotiva que suena de vez en cuando desluce cada frase, cada gesto y cada intención. Suena demasiado angelical, y parece hecho para una catequesis de infantes. La interpretación que hace Olivia Hussey es correctita, al menos se va encogiendo a lo largo del metraje y crea una mimetización física aceptable. Pero naturalmente no desprende el carisma que desprendía la Madre Teresa, eso es imposible. Es lo que pasa con los biopics de santos, que el halo no se puede actuar, y además la mayoría tuvieron una vida interna tan pacífica desde el principio que no son muy cinematográficos. Los cinéfilos somos demasiado melodramáticos. Nos va la caña.
Si hubiesen contado sus sufridos inicios en Albania, o la historia del co-fundador de la rama masculina, Brother Andrew (un hombre de Dios también pero con una peculiaridad: alcohólico) pues seguro que tendría más miga.
Aún así no me hagan caso, tiene razón todo lo que dice la crítica anterior a la mía.

Pese a mi nota la recomiendo a todo el que no conozca la labor de la Madre Teresa. Pero entiendo que mucha gente no la verá porque no ve las pelis de miedo. No me refiero a las pelis que producen miedo, sino a las que dan miedo ponerse a verlas. En fin, sólo hay que tener los santos cojones de hacerlo.