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Voto de Tony Montana:
8
6,6
3.075
Aventuras. Drama. Acción
A principios del siglo XX, el jefe de los bereberes El Raisuni secuestra en Tánger a una bella viuda estadounidense y a sus hijos para pedir un fuerte rescate. Este hecho desencadena un conflicto diplomático en el que se verán involucrados el gobierno americano (Theodore Roosevelt: 1901-1909), tropas alemanas y diversas facciones del sultanato de Marruecos. (FILMAFFINITY)
5 de mayo de 2008
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Beau Geste arrancaba con una de las secuencias más mágicas de la historia del cine, un fuerte vigilado por soldados muertos. Siempre he pensado que el buen cine de aventuras debe comenzar de la forma más espectacular posible, puesto que el cineasta nos narra algo inverosímil que pega al espectador a su butaca y al final acaba convirtiéndolo en un niño más impresionado por los avatares acaecidos en tierras lejanas con personajes de leyenda a los que la pericia del cuentacuentos nos hará más reales que el vecino de asiento. Es, quizás, el género que más debe cumplir aquello que decía Wilder de que enganchar al espectador en los 10 primeros minutos era lo mejor para realizar una buena película, y de la misma manera arranca uno de los últimos clásicos del género aventurero, El viento y el león, brillante muestra genérica cortada por el patrón más clásico realizada por John Milius, brillante guionista e irregular cineasta que alcanzó aquí su cima, bordando una poco sutil crítica a los Estados Unidos que al final no termina siendo tan extremista como parece por el excesivo apego del director a las barras y las estrellas que le hacen sacar la vena más reaccionaria y patriótica y hacen del film un total un tanto contradictorio que, al final, termina barriendo para casa y entregando un heroísmo Born in the USA que empaña un tanto la maravillosa fábula que hasta ese momento nos había contado con gran tino Milius, que aquí realiza una obra romántica y deudora de los grandes clásicos a los que homenajea constantemente.
Detalle interesante la decisión de Milius de narrar la historia desde los ojos del pequeño William desde su particular visión idealizada de ese enigmático y carismático rebelde interpretado por un enorme Sean Connery, al que contempla casi como un personaje de cuento. Y es que es vital esa visión del líder bereber, ya que la cinta gravita en torno al duelo que mantienen él y el populista y algo prepotente Roosevelt. En ese choque encontramos un mar de tensiones políticas que nos sitúa en medio del polvorín que luego supuso la primera guerra mundial, contexto que Milius aprovecha para narrar el auge de los nacionalismos dentro de las colonias y el choque de las grandes potencias y sus diferentes intereses, y, especialmente, el lugar que ocupaba la incipiente nación de los Estados Unidos y la búsqueda de una historia futura con la que rellenar la carencia histórica del pasado norteamericano. Dentro de lo fascinante que encuentra el reaccionario director la violencia y el uso que se hace de ella por parte de Estados Unidos con medios como la ANR, excelsa muestra del pensamiento norteamericano, aquí carga las tintas contra la política internacional intervencionista estadounidense haciendo que al final todo quede un tanto desubicado al no poder rematar el resultado final.
Detalle interesante la decisión de Milius de narrar la historia desde los ojos del pequeño William desde su particular visión idealizada de ese enigmático y carismático rebelde interpretado por un enorme Sean Connery, al que contempla casi como un personaje de cuento. Y es que es vital esa visión del líder bereber, ya que la cinta gravita en torno al duelo que mantienen él y el populista y algo prepotente Roosevelt. En ese choque encontramos un mar de tensiones políticas que nos sitúa en medio del polvorín que luego supuso la primera guerra mundial, contexto que Milius aprovecha para narrar el auge de los nacionalismos dentro de las colonias y el choque de las grandes potencias y sus diferentes intereses, y, especialmente, el lugar que ocupaba la incipiente nación de los Estados Unidos y la búsqueda de una historia futura con la que rellenar la carencia histórica del pasado norteamericano. Dentro de lo fascinante que encuentra el reaccionario director la violencia y el uso que se hace de ella por parte de Estados Unidos con medios como la ANR, excelsa muestra del pensamiento norteamericano, aquí carga las tintas contra la política internacional intervencionista estadounidense haciendo que al final todo quede un tanto desubicado al no poder rematar el resultado final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El propio Roosevelt lo define bien en una secuencia hablando del oso que acaba de cazar, y es que Estados Unidos es una nación que no teme a nada y a la que todos temen, pero a la que nadie ama, un país honrado pero cabezón en ocasiones, y basándose en ello, el director consigue dotar de una verosimilitud notable a su propuesta de atacar a su patria, siendo el resultado no muy diferente de lo que tenemos actualmente en la maravillosa guerra de Irak. Sin embargo, siempre sale a relucir el tan manido orgullo y honradez estadounidense, esa pretendida virtud por la que cualquier americano puede invadir un país encontrando justificación si se equivoca. Por tanto, se puede afirmar sin pudor alguno que, a la hora de culminar la obra con un mazazo contra la nación más poderosa de la tierra, Milius fue un cobarde.
No menos cierto es que la figura de Roosevelt no sale bien parada en exceso. Montando alternativamente las escenas de Raisuli y el presidente americano, el primero es presentado bajo un halo de fantasía que le hacen ser atrayente, mientras que Roosevelt es presentado como alguien campechano y popular, cierto es, pero también como alguien incapaz de diferenciar árabe de bereber, un megalómano egocéntrico que va seguido de un séquito versallesco, más pendiente de mirar su nuevo oso disecado que de controlar un conflicto que puede originar una guerra a nivel mundial. Es el primer eslabón de esa cadena de negligentes al mando del ejército norteamericano que, de manera puramente irracional, borran la diplomacia del asunto y entregan la resolución de los problemas al ejército, pensamiento propio de un país que vende armas de fuego en el supermercado. También es notable el acercamiento de la historia hacia otras culturas, dando una visión más cuidadosa de las cuestiones que inquietan al Islam, aunque no es tan rico y profundo como el que hacía Lean en Lawrence de Arabia. La visión que da Milius es la de una nación apegada al pasado y a las costumbres de manera casi exagerada, rota, con sus tribus y sus supersticiones a la orden del día y donde la ausencia de un líder legal permite a los europeos, codiciosos terratenientes, apropiarse de algo que no es suyo. Pero, interesante es, también, la comparación que puede realizarse entre ambos líderes y la historia de sus respectivas naciones, puesto que el propio nombre del país lo indica, Estados Unidos, y de cómo Raisuli busca llegar a ser algo parecido a Roosevelt, el líder de un país unificado donde todos los pequeños grupos o tribus sean una sola nación capaz de luchar contra el enemigo, y ambos actúan igual, usando la violencia para conseguir sus objetivos, pero, en la película, la diferencia radica en que los marroquíes luchan para defenderse y siempre dicen la verdad, hasta que a Milius le entró el ataque de patriotismo exacerbado y le dio por dar la vuelta a la historia y cambiar de forma notable el mensaje que hasta ese momento había transmitido de una manera simplemente impecable.
No menos cierto es que la figura de Roosevelt no sale bien parada en exceso. Montando alternativamente las escenas de Raisuli y el presidente americano, el primero es presentado bajo un halo de fantasía que le hacen ser atrayente, mientras que Roosevelt es presentado como alguien campechano y popular, cierto es, pero también como alguien incapaz de diferenciar árabe de bereber, un megalómano egocéntrico que va seguido de un séquito versallesco, más pendiente de mirar su nuevo oso disecado que de controlar un conflicto que puede originar una guerra a nivel mundial. Es el primer eslabón de esa cadena de negligentes al mando del ejército norteamericano que, de manera puramente irracional, borran la diplomacia del asunto y entregan la resolución de los problemas al ejército, pensamiento propio de un país que vende armas de fuego en el supermercado. También es notable el acercamiento de la historia hacia otras culturas, dando una visión más cuidadosa de las cuestiones que inquietan al Islam, aunque no es tan rico y profundo como el que hacía Lean en Lawrence de Arabia. La visión que da Milius es la de una nación apegada al pasado y a las costumbres de manera casi exagerada, rota, con sus tribus y sus supersticiones a la orden del día y donde la ausencia de un líder legal permite a los europeos, codiciosos terratenientes, apropiarse de algo que no es suyo. Pero, interesante es, también, la comparación que puede realizarse entre ambos líderes y la historia de sus respectivas naciones, puesto que el propio nombre del país lo indica, Estados Unidos, y de cómo Raisuli busca llegar a ser algo parecido a Roosevelt, el líder de un país unificado donde todos los pequeños grupos o tribus sean una sola nación capaz de luchar contra el enemigo, y ambos actúan igual, usando la violencia para conseguir sus objetivos, pero, en la película, la diferencia radica en que los marroquíes luchan para defenderse y siempre dicen la verdad, hasta que a Milius le entró el ataque de patriotismo exacerbado y le dio por dar la vuelta a la historia y cambiar de forma notable el mensaje que hasta ese momento había transmitido de una manera simplemente impecable.