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Voto de Tony Montana:
7
Intriga. Drama Georges es el típico burgués: presenta un programa literario en televisión y lleva una vida acomodada con su mujer y su hijo adolescente. Pero, de repente, empieza a recibir unos paquetes anónimos que contienen cintas de vídeo, grabadas desde la calle, y unos dibujos inquietantes cuyo significado es un misterio. No sabe quién se los envía; pero las secuencias que aparecen en las cintas son cada vez más personales, lo que parece indicar ... [+]
13 de febrero de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leí el otro día una definición sobre el cine que, más o menos simple, no deja de ser muy acertada: las películas comienzan cuando algo rompe la normalidad. Pues bien, con Caché Haneke parece querer retorcer este planteamiento reduccionista y darle la vuelta hasta hacer que sea la propia realidad la que irrumpe dentro de la realidad en un sin par juego de espejos. ¿Cómo es esto posible? Esa grabación con la que arranca el film, donde se nos muestra una calle de un lugar no identificado y que, de no ser porque de repente la imagen se rebobina y las voces de Juliette Binoche y Daniel Auteuil interrumpen, tomaríamos como el verdadero inicio de una película donde, en breve, va a suceder algo relacionado con los protagonistas. Y de forma sutil nos indica algo que hacen esta pareja de burgueses de vida aparentemente perfecta: alteran la realidad a su gusto y manera, si algo no les gusta lo cambian o lo tratan con desprecio. Actúan con una venda en los ojos ante aquello que sucede en el mundo (Georges pasa junto a la cámara y ni se percata de ella) de forma bastante elitista, tienen la capacidad de decidir qué desechar y la utilizan sin miramientos. Una forma cruel y fría de vivir, pero la elegida por este par de snobs y su hijo. Poseedora de un discurso duro, dentro de su irregularidad como película, la fuerza y la convicción con que narra los hechos (más bien con los que se detiene en ellos) la convierten en toda una experiencia que juega a quitarle la máscara a una sociedad como la actual, más preocupada de apariencias que de atender a las necesidades reales del mundo, por básicas que estas sean.

El realizador se disfraza parcialmente de Hitchcock (con toques buñuelianos) al utilizar un mcguffin para narrar una historia de suspense con un fondo dramático, es decir, las cintas no valen para nada en la trama, son la chispa que enciende el motor. Lo único que Haneke buscaba era una justificación para analizar a la sociedad burguesa contemporánea, ya que no se nos aclara en ningún momento quién ha sido el autor de las grabaciones ni se nos dan respuestas sobre lo planteado. Es más, la película finaliza como empieza, y podríamos estar viendo de nuevo a ese ser misterioso captando fragmentos de la vida de los Laurent. La inquietante reflexión en que se basa la película ataca directamente a los intelectuales sumidos en un mundo no real, tanto él que trabaja en la televisión como ella (trabaja en una editorial literaria, no tengo más que decir) y su hijo (pijito que en su tiempo libre va a nadar) forman un microcosmos imperturbable en esa casa. Es ese detalle el que interesa a Haneke, poner al hombre en pugna con sus miedos y temores reales, esos que nunca vas a conseguir dejar atrás. Por ello Georges y Anne se indignan soberanamente cuando la policía les dice cómo es el procedimiento habitual de desapariciones, o cuando ella decide contratar un detective, a lo que él, de una forma cínica en exceso, le conteta que "has visto muchas películas".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tony Montana
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