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Voto de KlingonCome:
5
5,5
2.276
Terror. Fantástico
Una mujer hará todo lo que sea necesario para completar lo que ella considera su gran "obra maestra", aunque para ello tenga que adentrarse en un mundo de sexo, droga y asesinatos en la periferia de la ciudad de Los Ángeles. (FILMAFFINITY)
6 de abril de 2020
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estéticamente retorcidísima y altamente lisérgica, no es una película para todos los gustos. Una pintora con bloqueo creativo recurre a drogas extremas para inspirarse, penetrando en un mundo violento y depravado que no sabemos si está en su cabeza o es real.
Lo del bloqueo creativo no es nuevo; tampoco lo es recurrir a drogas para salir de él. Aquí todo lo adornan con luces estroboscópicas que desquiciarán a los epilépticos (no es broma, hay una advertencia al principio acerca de esto), giros de cámara que harían vomitar a un entusiasta de las montañas rusas, una protagonista absolutamente histérica que no para de chillar, estética de videoclip de death metal y un festival sanguinolento final que se produce cuando el desparrame ya parece no tener freno.
Y heme aquí que yo me preguntaba: pues vale, ¿y? No he tenido la impresión de que me estuvieran contando una historia sobre artistas caídos en desgracia, vampirismo o posesiones satánicas, sino que me estaban vendiendo luces de navidad. Mil millones de bombillas de navidad intermitentes funcionando a la vez y a intervalos mientras suena metal ácido en lugar de Jingle Bells. Me ha mantenido despierto, pero a pesar de los esfuerzos y los excesos apenas me ha impresionado. Curtido que debe estar uno.
Lo del bloqueo creativo no es nuevo; tampoco lo es recurrir a drogas para salir de él. Aquí todo lo adornan con luces estroboscópicas que desquiciarán a los epilépticos (no es broma, hay una advertencia al principio acerca de esto), giros de cámara que harían vomitar a un entusiasta de las montañas rusas, una protagonista absolutamente histérica que no para de chillar, estética de videoclip de death metal y un festival sanguinolento final que se produce cuando el desparrame ya parece no tener freno.
Y heme aquí que yo me preguntaba: pues vale, ¿y? No he tenido la impresión de que me estuvieran contando una historia sobre artistas caídos en desgracia, vampirismo o posesiones satánicas, sino que me estaban vendiendo luces de navidad. Mil millones de bombillas de navidad intermitentes funcionando a la vez y a intervalos mientras suena metal ácido en lugar de Jingle Bells. Me ha mantenido despierto, pero a pesar de los esfuerzos y los excesos apenas me ha impresionado. Curtido que debe estar uno.