Mejunje australiano que combina el desenfado de las comedias terroríficas de Simon Pegg y Nick Frost con los Cazafantasmas, el cine de súper héroes y los tiroteos al estilo Matrix. Desde tiempos inmemoriales existen los demonios y los cazademonios, y el auge de internet ha hecho que los primeros estén llevando las de ganar en su milenaria batalla ya que pueden apoderarse de las almas a través de los smartphones vía app.

Con este argumento ya se imaginarán que no estamos ante la obra maestra del siglo. Hacía falta mucha maña para no desbarrar con semejante mixtura, y aunque empieza no digamos que mal la cosa se va diluyendo hacia un producto que, si bien entretiene, apenas hace gracia y se desvela con el paso de los minutos tirando a mediocre. El protagonista principal no va sobrado de carisma, ni como héroe de acción ni como comediante, recayendo en la pareja de hermanas los papeles con mayor carácter. Luego está el amigo, supuesto añadido cómico, que no hace ni pizca de gracia y que aparece y desaparece sin mayor sentido.

Y por ahí pulula ya una madurita Mónica Bellucci, gélida como ella sola, en un papel arquetípico que le debieron ofrecer durante unas vacaciones por Australia. La supuesta crítica social enfocada al influjo que los móviles ejercen en las personas mejor la dejamos para otra propuesta con mayor empaque fuera de lo puramente visual. No se maten para verla.