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España España · Sevilla
Voto de JLZM:
8
Drama Georges y Anne, dos ancianos de ochenta años, son profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija, que también se dedica a la música, vive en Londres con su marido. Cuando, un día, Anne sufre un infarto que le paraliza un costado, el amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba. (FILMAFFINITY)
10 de junio de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michael Haneke son palabras mayores cuando hablamos de cine, uno de los directores más personales, arriesgados y respetados del panorama internacional. Amado por muchos, entre los que me incluyo, y odiado por otros que no saben ver en su cine más que provocación infundada. Con ‘Amour’ ha tocado el cielo, ganadora de muchísimos premios entre ellos la Palma de Oro en Cannes y el Oscar a mejor película extranjera. Un crudo retrato del amor, la vejez y la enfermedad.

No es el austriaco precisamente un director fácil y asequible para todos los públicos, ni pretende serlo, es un autor en el sentido más preciso de la palabra. Para él el cine es la herramienta más poderosa para transmitir su arte, un arte que pone al servicio del intrincado ser humano al que analiza y despieza. Un arte implacable y arrollador, virulento, sin respiro ni concesiones hacia el espectador. Nos hace partícipe de su juego: en momentos de su cine se dirige a nosotros, nos cuestiona, nos guiña el ojo como en ‘Funny Games’ (Michael Haneke, 1997), sin remordimientos nos obliga a ser voyeurs de primera fila en ‘Caché’ (Michael Haneke, 2005), nos hace ser la cámara que todo lo filma en ‘El vídeo de Benny’ (Michael Haneke, 1992) , nos introduce en la intimidad de la escalofriante Isabelle Huppert en ‘La pianista’ (Michael Haneke, 2001)… su concepción del cine no concibe el entretenimiento gratuito sino el aprendizaje y la reflexión. Hay que estar predispuesto a entregarse e involucrarse; exige muchísimo a un espectador al que, como contraprestación, jamás tratará como estúpido.
Durante toda su carrera se ha marcado el objetivo de mostrarnos el horror de lo cotidiano, es el maestro de los miedos internos. Sus tramas son intimistas, desarrollándose habitualmente en un entorno familiar (más o menos estructurada); en su filmografía trata temas como la influencia de los medios de comunicación en las personas, la culpa, la vergüenza, el remordimiento, la violencia (inherente en su cine), el crecimiento en entornos represivos,… Desde luego el amor como tal nunca había sido tratado en su cine. De ahí la expectación causada por esta ‘Amour’, ¿Qué puede ofrecernos la personal visión del austriaco sobre el amor? Convencionalidad no, desde luego.

Georges (Jean-Luis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva) son un matrimonio de octogenarios que, tras una vida dedicada a la música clásica, viven tranquilamente en París. Siempre han sido un matrimonio feliz y compenetrado pero, un infarto que provoca la parálisis de la mitad del cuerpo de Anne, les llevara a ambos a límites inimaginables y pondrá a prueba esa consolidada relación.

Parte desde la felicidad para terminar en la agonía. Es una película que duele, muy desesperanzadora, de las que te dejan con mal cuerpo y con sus escenas en la cabeza. Somos testigos de cómo la compenetración da paso al olvido, cómo esa mujer de tierna mirada (increíble ese primer plano de su cara inmóvil cuando tiene el primer achaque de la enfermedad) acaba degenerando en una persona dependiente y demente. Debe ser indescriptible el sentimiento de ver que la persona que te ha acompañado de por vida y a la que amas te ve como un extraño. Aquí es donde aparece el Amor de Haneke, y lo que da significado a la película, el amor incondicional de Georges en su faceta más desafortunada, el “en la salud y en la enfermedad” que algún día prometió en sus votos. Porque el amor se disfruta en plenitud, pero también subyace en la tragedia, el amor no sería tal si sólo perdurase en la azarosa virtud y no en el infortunio. Porque el verdadero amor no se cuestiona ante el sacrificio, ni se resquebraja ante el llanto, no se fractura de usarlo ni se pudre por los balbuceos de una mujer que no articula palabra, el amor perenne dirige sillas y cambia pañales, te distrae con sus historias y toca tu canción preferida al piano. Si no es que no es amor. Y es por eso que nos es cercana la historia, ¿Qué podría hacer, sino el amor, estremecer de esta manera? Haneke nos hace perder la fe poco a poco, ¿Qué nos queda si hasta el sentimiento más hermoso puede provocar el mayor de los sufrimientos? Es cierto que su visión sobre ciertos temas universales suele estar impregnada de pesimismo y sufrimiento, visión que ahuyenta a bastantes y es criticado por ello, pero a todos aquellos que les apasione el estudio de personajes y lo intrínseco a la condición humana sabrán valorarlo. Porque en esta película estamos ante una dosis de realidad, amarga como ninguna, pero realidad. El amor te da valor para lo impensable y lo más doloroso, el que haya visto la película sabrá a qué me refiero.

Entre tanto momento rescatable me gustaría hacer mención a la crítica que Haneke realiza al papel de los hijos en este tipo de menesteres. Anne y Georges tienen una hija (Isabelle Hupert), también dedicada a la música, que aparece en momentos puntuales para visitar a su madre. La postura que ésta toma ante la situación es la de cuestionar permanentemente las decisiones de su padre, instándole a tomar otras decisiones, a que la revise otro médico, a contratar a otras cuidadores, a llevarla a un asilo,…se pone en constante tela de juicio la capacidad de Georges como cuidador y bienhechor de Anne. En cierto modo, aunque nunca dicho así, se le tilda de inútil por el simple hecho de ser mayor. Se critica la visión general que tiene la sociedad sobre los ancianos.

Sigue en spoiler sin desvelar detalles de la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JLZM
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