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España España · Sevilla
Voto de JLZM:
8
Drama Las hermanas Jane y Blanche Hudson fueron estrellas infantiles de Hollywood, pero sus carreras siguieron trayectorias muy distintas. Mientras que Jane, al crecer, fue olvidada por el público, Blanche se convirtió en una actriz de éxito. Tras un misterioso accidente de coche, Blanche quedó postrada en una silla de ruedas al cuidado de su hermana Jane, que disfruta atormentándola. (FILMAFFINITY)
21 de septiembre de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un prólogo abriendo en negro, un llanto de niña de fondo, así comienza esta pesadilla. Pronto oiremos la voz de un hombre, el padre de dos niñas, quizás el protagonista involuntario de todos los hechos que sucederán a continuación.

Blanche se acomoda en su silla de ruedas ante el pequeño televisor de su cuarto. Se consuela viendo sus películas, ver una versión joven de sí misma en ese pequeño televisor la retrotrae a tiempos prósperos, no es más que una vía de escape de su atormentada realidad. Recrearse en el pasado como medicina del pestilente presente.

Esta es la historia de Jane y Blanche Hudson, dos hermanas que desde muy pequeñas han estado ligadas al mundo del espectáculo. El éxito se ha ido alternando entre ambas y, aunque sus caminos siempre han ido unidos, no siempre han gozado de la misma popularidad. De pequeñas Jane fue conocida como ‘Baby Jane’, una niña prodigio, tuvo tanto éxito que incluso llegó a tener su propia línea de muñecas de juguete. Jane, al crecer, fue olvidada por el público. Blanche se mantuvo en un segundo plano hasta que, en su edad adulta, se convirtió en una reputada actriz. Tras un misterioso accidente de coche, ésta última quedó postrada en una silla de ruedas al cuidado de su hermana que disfruta atormentándola.

Jane, con el paso de los años, se ha convertido en una arrugada y decrépita versión de Baby Jane. Conserva la estética y vestimentas de cuando fue esa niña prodigio, está anclada emocionalmente a esa época, la única en la que verdaderamente se sintió protagonista y estimada por el público. Por si fuera poco, sus rudos modales y su actitud déspota solo son equiparables a la repulsión y animadversión que despierta. No deja de dar cierta pena, pese a su maldad, ser testigo de cómo merodea en estado de embriaguez por esa casa llena de recuerdos de tiempos mejores, mientras recae constantemente en una espiral de locura fruto de la nostalgia, los celos y el odio. Si me permiten parafrasearé a Richard Farnsworth, personaje protagonista de esa maravilla de Lynch que es ‘Una historia verdadera’ (David Lynch, 1999), cuando decía que “Lo peor de ser viejo, es recordar cuando tú eras joven”. Jane es un juguete roto que jamás superó su paso al ostracismo; una anciana desgraciada que ansía hallar aquel reconocimiento a una carrera prestigiosa de la que se siente privada. El haber saboreado las mieles del éxito en su infancia es una pesada losa que carga sobre su espalda, la fama que llega tan pronto y sin prácticamente buscarla puede convertirse en una pesadilla ya que, cuando ésta se ha marchado, se convierte en una obsesión enfermiza el volver a obtenerla.

El terror es un elemento más del film y es que, pese a contar con un componente drámatico principal en la historia, está latente durante toda la película una fuerte carga de terror psicológico. El histrionismo, en sentido positivo, con el que Bette Davis interpreta al personaje de Jane le confiere un marcado carácter de locura que resulta espeluznante; acaba siendo impredecible adivinar los momentos en que su mente se va a desestabilizar, actuando en perjuicio de su hermana Blanche. Le inflinge un constante maltrato psicológico, sirvan como ejemplo las brillantes escenas en que le trae comida sin saber en qué consistirá su plato principal; también la somete a insultos y comentarios hirientes desprestigiándola. Blanche está secuestrada en su propia casa, se encuentra incomunicada totalmente en su habitación y sometida a la voluntad de una demente que paga sus frustraciones con ella. Sabe Robert Aldrich jugar con estos elementos e insuflar tensión en muchas escenas. Dirige con descaro y un dominio, propio del maestro que era, que apabulla. Resulta casi arrogante ver la facilidad con la que logra transmitir los miedos de Blanche en esos intensos primeros planos. Es plausible el cómo logra capturar la esencia de la relación entre esas hermanas usando solo el lenguaje puramente cinematográfico y, reitero, la tensión que se respira durante toda la película es asfixiante. Es una obra que marcó un referente y películas posteriores beben mucho de ella, la que de forma más clara lo hace es ‘Misery’ (Rob Reiner, 1990). Por temática encontramos referencias a ‘El crepúsculo de los dioses’ (Billy Wilder, 1950).

En lo que al trabajo actoral se refiere hay que quitarse el sombre ante las dos protagonistas, Bette Davis (Jane Hudson) y Joan Crawford (Blanche Hudson) bordan unos papeles muy complejos. Si el trabajo de contención de Crawford me parece encomiable, mucho más me lo parece incluso el de Bette Davis; siendo yo de los que no suelen disfrutar los papeles histriónicos, en esta ocasión me ha ganado por completo. Una lástima, eso sí, no haber podido disfrutarla en versión original manque me pese.

Estamos ante una historia de odio, por encima de todo. La rivalidad y competencia entre dos hermanas que deriva en el más negativo de los sentimientos. Somos conscientes de ello gracias a un excelente final en el que un acertado giro argumental nos desvela que nunca estuvimos ante una “hermana buena” y otra “hermana mala”, sino ante dos seres con ganas de despellejarse y con un arraigado odio fruto de la rivalidad que desde niñas mantienen. Una película con un ambiente malsano, claustrofóbico y exasperante en el mejor de los sentidos. Al final, como en la vida, resulta que incluso los buenos callan cosas que harían temblar al ser más infame. Un drama con toques de terror psicológico imprescindible.



@ZarcoJL
www.cinefagosmuertos.com
JLZM
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