Hace muchos años que la vi por primera vez. Me había dejado un buen sabor de boca y la sensación de haber visto algo realmente bueno.
Hoy quería comprobar si eso seguía intacto. Y, sí, sigue intacto.
Para ver este tipo de cine tan íntimo, lleno de sensaciones, notando como recibes pequeños pellizcos conforme avanza el film... para eso, yo, necesito un estado mental concreto. No me vale cualquier día. Y hoy era el día.

Unos actores muy bien escogidos, James Caan brilla... Este film pequeño y, quizás, un poco desconocido, merece un puesto en las películas imprescindibles de 1969.
Tiene escenas genialmente rodadas que te atrapan por completo (me refiero a la de los espejos, por ejemplo) y que van acompañadas de unos diálogos más que acertados. Su tono melancólico, pero con cierta esperanza, consigue que todo encaje. Sus personajes somos nosotros, en ese viaje a ninguna parte.

Cine sencillo, de calidad, para disfrutar cada minuto de metraje sin apartar nuestros ojos de sus seres de lluvia.