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España España · Xanadú
Voto de Orson_:
6
Terror. Thriller. Intriga El médico de un teatro asesina a una bella cantanta tras ser rechazado por ella. Diez años mas tarde, una nueva cantante es la estrella del teatro y el médico cree reconocer en ella la reencarnación de su antíguo amor que él asesinó. Obsesionado con ella decide hipnotizarla. El novio de la chica tendrá que deshacer el hechizo para que no acabe con su propia vida. (FILMAFFINITY)
11 de agosto de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aprovechando el éxito de “El fantasma de la ópera” el año anterior, la Universal repite esquema temático, actriz protagonista (Susanna Foster) y productor de la anterior (George Waggner) en tareas de dirección ahora, tras haber aportado en esa faceta algunos títulos a la productora a principios de los años 40 como “El hombre que fabricaba monstruos”, “El fantasma del castillo” o “El hombre lobo”, sin demasiado lustre.

“Misterio en la ópera” se adscribe a la corriente de la Universal en esta etapa tardía de lo que conocemos como su ciclo de terror, donde las atmósferas tenebrosas y sombrías han dado paso a una llamativa y vistosa puesta en escena. Así la supuesta trama principal, potencialmente siniestra, es una mera excusa para llevar el argumento a los ambientes del mundo de la música, en este caso operístico, y poblar el metraje de varios números musicales en los que destacan el vestuario y unos elaborados decorados. Ni rastro de expresionismo, elementos góticos u opresivos ambientes barrocos, aquí parece que lo fundamental es el entretenimiento liviano del público y no exponerlo a demasiados sustos o angustias, y la utilización deslumbrante del color acentúa aún más esa sensación vitalista que la aleja de lo que entendemos que debe ser una ambientación del género de terror.

A pesar de tanta banalidad, brilla como no podía ser de otra forma la figura del gran Boris Karloff, que compone otro personaje habitual del género, un mad doctor, utilizando su magnética presencia y su voz reflexiva y casi susurrante para llenar la pantalla de inquietante misterio cada vez que aparece. Lejos de aspavientos grandilocuentes o forzada sobreactuación, su personaje transmite la persistente obsesión enfermiza que siente por la mujer a la que amó (y sigue amando), con connotaciones necrófilas, y el odio que le genera toda voz prodigiosa que le recuerde a ella y a las circunstancias de su muerte.

En definitiva, una película entretenida, lastada por el exceso de números musicales, dirigida con buen tino pero sin la malicia necesaria para impactar al espectador, y en la cual se eleva la presencia de Boris Karloff por encima del resto para dejar su huella como lo más destacable y digno de recordar de la misma.
Orson_
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