Partiendo, pues, de un tema que ha dado numerosas películas bélicas y / o belicistas, de resulta gravedad, Edwards combate ésta con situaciones desternillantes como el uso de un brujo para "lograr" que el submarino se haga a la mar, pintar el submarino de rosa pero, sobre todo, la recogida de cinco mujeres del ejército en una isla.

Lógicamente este hecho cambia la vida del submarino y de la película, ya que añade el principal ingrediente cómico a la vez (inevitable en la gran mayoría de las comedias) que romántico, pero también de picaresca sexual. Las situaciones que este hecho conlleva son infinitas, desde arreglar la sala de máquinas con fajas hasta atacar a un destructor enemigo logrando hacer blanco en un camión.

Destacar, por último, las grandiosas interpretaciones de Cary Grant y Tony Curtis. Grant en la piel del comandante Matt T. Sherman, hombre serio, cabal, encargado de mantener el orden en medio del caos. Curtis, como Nicholas Holden, vividor (pertenece al ejército para poder llevar traje), mujeriego, pícaro, ladrón, pero insustituible en todo submarino rosa que se precie ("quizá la única persona que obtenga la cruz naval durante su consejo de guerra"). Buena parte de la química de la película se sostiene en esta incompatibilidad de caracteres entre los dos protagonistas (junto a la llegada de las mujeres, por supuesto).

Disfruten, por favor.