Entretenida y de factura impecable, la peli, básicamente una puesta al día del thriller de la mano de la ideología de género, donde los tipos son todos despreciables y las chicas unas campeonas que intentan solucionar sus marrones, incorpora una nada condescendiente dosis de ácida crítica de la sociedad actual, que llega hasta casi disolver sus fundamentos, de tan descorazonadora llega a ser por momentos, a pesar de cierta dosis de esperanza madeinusa.
Destaca una dirección de pulso firme y ritmo perfecto, unos intérpretes más que correctos (Duvall como lo que es, un monstruo de la interpretación, y Farrel de sobriedad inusual en él) Como pega una fotografía con una falta de luz irritante, sin más excusas ni historias de contrastes ni gaitas.
como curiosidad, el tema de la corrupción política nos hace preguntarnos si su planteamiento como defecto fatal de un sistema, imperfecto como toda obra humana, no llega a ser más devastadora aún en sus efectos sobre la confianza del ciudadano medio en el sistema y la convivencia que la propia corrupción en sí, que no es más que un signo más de una sociedad de ciudadanos enfermos en aspectos incluso más profundos de su conducta,