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Chile Chile · Algarrobo
Voto de Salmar:
7
Western. Drama En el Kurdistán, cerca de la frontera entre Irán, Iraq y Turquía, nadie parece querer ya la ley y el orden, excepto el comandante Baran. Este hombre, que pasó la mitad de su vida luchando en la guerra, conoce a la bella Govend, la nueva profesora del colegio recientemente abierto. (FILMAFFINITY)
28 de agosto de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo confieso: éste ha sido mi primer acercamiento al trabajo de Saleem. Como supongo que es lo normal en estos casos, uno siente cierta incontenible necesidad por buscar referencias, puntos de apoyo, de comparación. Por mera proximidad geográfica, apuntamos al cine de Akin; afinando un poco más la puntería, al trabajo de Nuri Bilge Ceylan. Pero en este caso, ¿hasta qué punto tendrá sentido buscar puntos de diálogo con el cine actual de origen turco cuando hablamos de la expresión cinematográfica de un ciudadano nacido políticamente en suelo irakí pero de sangre orgullosamente kurda?

Doblemente hostigado -tanto por pertenecer a una etnia cuya población se extiende por cuatro países pero que todavía no goza de verdadera autonomia política, como por el régimen de Saddam Hussein- todavía adolescente nuestro director debe dejar su tierra y buscar refugio en Europa. Termina recalando en Francia, donde se forma como cineasta. Es grato (al menos en el caso puntual de My Sweet Pepper Land) comprobar la forma cómo Saleem hace frente a esa natural encrucijada, en términos de "mestizaje" cultural, que su hoja de vida hace suponer: recrear un western en los remotos parajes del Kurdistán actual. La ocurrencia por momentos nos parece brillante. Las llanuras del oeste norteamericano convergen a la perfección con el yermo y accidentado paisaje del Asia Menor. Recién terminada la guerra, el incorruptible comandante Baran descarta las comodidades de cargos administrativos para ir a poner orden a un pueblito perdido en medio de las montañas, donde un clan familiar impone sus términos a punta de metralleta.

Rodada con oficio, la hora y media de metraje de My Sweet Pepper Land trascurre sin contratiempos. Entendemos que Baran, tanto como por su rechazo a los acomodos y prebendas de la administración política, ha ido a perderse a ese miserable pueblito escapando del acoso de su madre que sueña con verlo casado. Cuando coincide con él la bella Govend, profesora que viene a hacerse cargo de la escuelita local, imposible que no resuenen ciertos ecos a cuento de hadas, a fábula infantil. Por suerte, Saleem está perfectamente consciente de ello y logra cuajar un relato con las suficientes dosis de humor, lo más apartado a cualquier atisbo de moralina o gradielocuencia... Y la sapiencia de entregarnos un plano lo suficientemente abierto como para hacer que la majestuosidad de un murallón cordillerano parezca sepultar la figura de un mísero bandolero que, fusil en ristre, avanza tras su botín.
Salmar
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