No he leído la novela Cry, The Beloved Country, de Alan Paton, inédita en España, me parece. Sin embargo, la supongo impresionante por su sensibilidad y humanismo, lo que también me ha parecido la primera adaptación, rodada en 1951 por Zoltan Korda y aquí titulada Tierra prometida. El protagonista es un reverendo negroque ha de trasladarse a Johannesburgo desde el campo para localizar a su desaparecido hijo. Korda retrata con toda crudeza el precario estado en que vivían los negros en el apartheid, influenciado sin duda por el entonces coetáneo neorrealismo. La visión del hambre, la suciedad, el abandono y la insalubridad estremece tanto que resulta pertinente una interpretación materialista. El racismo era y es un problema muy grave, pero también actúa como detonante de uno aún más explosivo: la pobreza. Por lo general bajo un conflicto subyace el más universal que enfrenta a ricos y pobres. Es la pobreza la que corrompe a los personajes en esta película. Pero Tierra prometida, pese a su dureza, acaba siendo optimista. Los personajes aprenden a superar la adversidad con nobleza y dignidad para honrar a una tierra a la que están vital y sentimentalmente unidos.