Éste es uno de los mejores ejemplos de cómo estropear un planteamiento interesante. Habría que preguntarse qué hubiera pasado en manos de otro director. Desaprovechada al máximo, la película, que tiene un buen punto de arranque, cae a los 10 minutos del comienzo en un ritmo tedioso que envuelve la cinta en un aburrimiento manifiesto. Está mal rodada, una fotografía de pena, en el montaje final se nota que faltan escenas porque se producen saltos en la trama, encadenando fotogramas estúpidos e inconexos, algunas provocan alguna que otra sonora carcajada, veáse la muerte de Keitel, y así un largo etcétera.

Por una vez no falla la historia que, con pretendidas reminiscencias hithckonianas, ofrecía material suficiente para trabajar algo digno, falla todo lo demás. Aquello del falso culpable estaba ya muy visto en el cine y ha dado miles de thrillers, algunos con bastante calidad, o al menos distraidos, pero éste definitivamente no engancha.

El director no es capaz ni de arrancarle el mínino atisbo de belleza a la Emmanuelle Beart, que aunque haga de borrachina semi depresiva, podría haberle sacado un hermoso partido a su inquietante mirada, sino todo lo contrario, la sume en un torbellino de suciedad y sordidez que provoca un profundo asco en el espectador. Mejor olvidar.